Christian Nilsson y Erich Tabach aprovecharon los días de encierro para preparar, a través de una reunión telemática de Zoom, su propia película casera. Una historia de 29 minutos relacionada con amigos y un troll informático que no para de perseguirles.
Lo curioso es que después pagaron 25.000 dólares para comprar todas las butacas de una sala de cine. De esta manera, y tras estar cerradas el resto de salas, lograron que su film se convirtiera en el más taquillero del confinamiento.
Otro hecho curioso, también en Estados Unidos, es el de una tierna niña de 11 meses que solo se gira si la llamas Alexa. Sus padres, de tanto pedirle cosas al dispositivo inteligente, han hecho creer a su pequeña que se llama así.