Ese es el primer caso. Esperaba durante horas a que su hermano terminara de construir su castillo de juguete para después tirarse encima y derribarlo.
Lo más divertido es que él se vengaba aprovechándose de las Nancys de ella: «Cogía sus abrigos de pelo para hacer las monturas de los caballos de sus Geypermans«. En esa casa había que tener ojos hasta en la nuca…
El horno no estaba para bollos en la historia que nos cuenta Desiré. Sin embargo, a ella no pareció importarle lo más mínimo. Con su madre fuera de casa, tanto ella como su hermano comenzaron a saltar en la cama de sus padres hasta partir el somier.