La parábola del Granjero que deberíamos leer antes de que nos vuelva a ocurrir algo malo

Nuria Serena

La parábola del Granjero es un cuento chino que todos deberíamos conocer para relativizar las consecuencias de las malas noticias que todos recibimos en nuestra vida.

Y es que, en ocasiones, lo que consideramos que es lo peor que nos ha podido ocurrir termina por convertirse en algo positivo.

De ahí la importancia de relativizar cualquier acontecimiento: los buenos y los malos. Estos últimos, sin embargo, nos descentran tanto que no nos permiten ver las oportunidades que muchas veces esconden.


Por el contrario, las buenas noticias nos excitan tanto que corremos el riesgo de no ver los peligros que encierran.

Conclusión: relativizar… ni todo es tan bueno ni todo es tan malo. No debemos sacar conclusiones apresuradas ni adelantarnos al futuro.

Y si aún no te hemos convencido, lee atentamente la parábola del Granjero.

La parábola del Granjero

Un día, al hijo de un granjero anciano se le escapó el único caballo que tenían. Cuando los vecinos se enteraron, acudieron a su casa para solidarizarse y le dijeron: «Oye, qué desgracia, qué mala suerte», a lo que el anciano contestó sin inmutarse: «Puede ser».

Al día siguiente, el caballo volvió al establo y trajo consigo siete caballos salvajes que le siguieron desde la montaña. Esto convertía ahora al anciano en el hombre más rico del pueblo. Todos los vecinos lo visitaron y le dijeron: «Oye, ¡qué buena suerte!». A lo que el anciano respondió: «Puede ser».

guarda como talismán una herradura de caballo

Al día siguiente, el hijo del anciano, que era el que le ayudaba con todas sus actividades, se cayó y se rompió una pierna mientras intentaba domar a uno de estos caballos salvajes. Esta situación podía ser un obstáculo, pues se acercaba el invierno y sin el hijo, el anciano tendría grandes problemas.

Los vecinos fueron a ver al anciano de nuevo y le dijeron: «Qué desgracia, qué mala suerte. Ahora tienes los caballos pero no tienes la ayuda de tu hijo. Es algo terrible«. Y el granjero anciano les dijo: «Tal vez».

Al día siguiente, llegó el ejército al pueblo para reclutar a todos los jóvenes para una guerra prácticamente suicida, pero al hijo del anciano no lo reclutaron porque tenía una pierna rota, así que se quedó a salvo en casa. Todos los vecinos volvieron a ver al anciano y le dijeron: «Oye, ¡qué bien, qué buena suerte! A mi hijo lo han reclutado y al tuyo no.» Y el anciano les contestó de nuevo: «Tal vez».

Moraleja: Como habrás podido comprobar las cosas malas que le ocurrieron al granjero le llevaron a la mejor noticia: su hijo no fue a la guerra. Por eso, no hay que desesperarse cuando nos llega una mala noticia. Nunca podemos saber las consecuencias de un golpe de mala o buena suerte. Solo hay que seguir contemplando el presente sin aventurarse a sufrir el futuro antes de que se produzca.

 

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