Raquel Perera

La parte de Alejandro Sanz que sigue muy presente en la vida de Raquel Perera

Noelia Bertol

Hace algo más de un año Alejandro Sanz y Raquel Perera anunciaron su separación tras más de una década juntos. Como a la mayoría de los divorcios, el de ellos también ha estado rodeado de polémicas, pero eso no ha podido superar una fuerza mayor que sobrepasa todos los problemas a los que nos enfrentamos los adultos: el amor de los hijos.

Raquel Perera ha confesado en alguna ocasión que, a pesar de todo, es incapaz de odiar, pues junto a él construyó lo mejor de su vida: sus hijos. Dylan y Alma son el fruto de su relación, en la que además acogió con mucho cariño a los otros dos hijos del artista, Manuela y Alexander.

La separación de ambos no ha afectado para nada a su relación con estos, ya adolescentes, a los que tiene un especial cariño.


  • alejandro Sanz junto a su hija Manuela

    Alejandro Sanz junto a su hija Manuela

  • Instagram de Manuela Sanz

  • Alejandro Sanz y Manuela Sanz
  • Alejandro Sanz en La Voz

    El artista Alejandro Sanz en una foto promocional de La Voz

  • Alejandro Sanz

    Alejandro Sanz en una foto promocional de La Voz

Sin rencores

 

Con su mayoría de edad, Manuela se ha convertido en todo un descubrimiento en las redes. Hace unos días la joven utilizó estas para felicitar a Raquel Perera por su nuevo proyecto profesional y desearle toda la suerte del mundo, un gesto que nos demostró que no había ningún tipo de rencor entre ellas por cómo había terminado la relación de esta con su padre.

Ahora, la psicóloga vuelve a dar cuenta de que los hijos del artista se han ganado un lugar importante en su corazón felicitando a Alexander por su cumpleaños y dedicándole unas bonitas palabras a través de su cuenta personal de Instagram.

 

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«Hay personas que hacen de su tiempo la mejor versión de sí mismos. Feliz cumpleaños Alex, pequeño gran hombre«, expresaba la empresaria junto a una imagen en la que aparece con el protagonista del día unos años atrás.

Todo un ejemplo de que los adultos pueden resolver sus problemas sin que estos afecten a terceras personas, y menos aún a niños.

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