No es mal carácter: lo que pasa es que el cerebro de tu hijo adolescente está en pleno cambio

Según los expertos, los adultos no estamos preparados para entender su biología

Ana Más

La adolescencia es una etapa en la vida de los hijos a la que muchas familias temen, sobre todo porque muchas no entienden o llevan con dificultad los cambios de humor y las malas contestaciones de los chavales, tan frecuentes en esta época. Sin embargo debes saber que ese mal carácter tiene una explicación biológica.

Algo que está muy relacionado con la evolución de su cerebro que está en un momento de absoluto cambio.  Así que párate unos minutos a pensar que si contestan mal no es por placer, sino porque están viviendo un momento de cambios físicos, emocionales, sociales y psicológicos tremendos y que para sobrellevarlos es esencial la comprensión.

Desde la web de Unicef explican que «La adolescencia es un período crucial para el desarrollo del cerebro, en el que aumenta la velocidad de conexión de las redes entre sus distintas áreas. Durante este tiempo el cerebro terminará de cablearse y se remodelará completamente. Como si fuera una computadora, durante la adolescencia el cerebro está en plena actualización de su software, para adaptarse al entorno y quedar listo para funcionar en el resto de la vida adulta.»


Los cambios en el cerebro adolescente influyen en el mal carácter

En un artículo en lavozdegalicia.com hablan de tres fases en la adolescencia:

  • La temprana va desde los 10 (u 11) años hasta los 14, es cuando se producen los grandes cambios físicos. Además los chavales «comienzan a tener menos interés por su familia, y su comportamiento y humor empieza a cambiar». Las opiniones de los amigos cobran mucha importancia y puede haber un descenso del rendimiento escolar por el vacío emocional que sienten en ese periodo.
  • La adolescencia media, desde los 14 a los 17 y es «la época de máximo conflicto en el entorno familiar.  además le dan mucha importancia al físico y son muy sensibles a la publicidad y moda y añaden «Su capacidad intelectual crece a la vez que ellos y descubren sus limitaciones. Al mismo tiempo, piensan que son algún tipo de dios y por lo tanto tienen una mayor tendencia a comportamientos de riesgo. «
  • Por último llega la adolescencia tardía, que abarca de los 18 a los 21, una época en la que reaceptan los consejos paternos y tienen una mayor preocupación por sus estudios, planes y trabajo futuros.

En declaraciones al mismo medio la doctora María José Más, neuropediatra explica que «A los adolescentes los maltratamos porque no entendemos su biología…Con está época de cambios, necesitan más energía (comer más), y dormir, como mínimo, diez horas». Y aboga por poner límites y porque se les exijan cosas par que desarrollen así la responsabilidad, pero con comprensión.

Respecto a si la biología puede justificar el mal humor en los adolescentes, la experta explica que al menos una parte si, «El cerebro de chicos y chicas experimenta una reorganización: mientras que unas áreas aumentan su tamaño, otras disminuyen. La sustancia blanca crece, al contrario de la gris, que decrece…Hay una base genética que forma un circuito neuronal para mover la mano, otro para la vista, el lenguaje o cuando se toma una decisión. Estas conexiones van madurando. «

Por otra parte desde unicef.es añaden otro dato, «La serotonina es otro neurotransmisor que puede aparecer desregulado en la adolescencia. Esto explica el estado cambiante y variable en el ánimo de los adolescentes, así como su apetito y sueño. Cuando funciona de manera óptima, la serotonina conduce al bienestar y la felicidad. Niveles bajos de serotonina en la adolescencia pueden relacionarse con la soledad, los trastornos alimentarios, la depresión y conductas autoagresivas.»

La corteza prefrontal, explica Ignacio Morgado, catedrático de Psicobiología del Instituto de Neurociencia en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona, a la Voz de Galicia, «Está implicada en el pensamiento, la razón, la toma de decisiones, la resolución de problemas o la planificación del futuro»

Y la neuropediatra añade, «Esta región permite organizar bien la conducta, estar atento a las planificaciones y, sobre todo, frenar los impulsos. Un adolescente puede decir algo que se le acaba de ocurrir, aunque no sea conveniente, porque esa región no está madura y no es capaz de frenar».

 

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