De tres minutos y no diaria: así debe ser nuestra ducha, según Harvard

El principal problema radica en los productos que usamos

Ana Más

Hoy nos detenemos de nuevo en una investigación de la Universidad de Harvard que ha dirigido Robert H. Shmerling, doctor en la misma, además de editor de Harvard Health Publishing, que habla de la ducha. En este caso de cuántos días debemos ducharnos a la semana y de cuánto ha de durar.

Si eres de los que te duchas a diario, según la prestigiosa universidad no estás haciendo lo correcto,  ya que «lo que esta investigación insinúa es que esta rutina de aseo diario la realizamos más por norma social que otra cosa. Además, puede tener riesgos para nuestra salud», explican desde la web de Trendencias.

El problema en este caso no radica en el agua, ni en la bañera o plato de ducha, sino en los productos que utilizamos para ducharnos. Geles, champús y otros productos de aseo cuyo uso excesivo, según este estudio, puede ocasionar irritaciones, picores, reacciones alérgicas en la piel e incluso infecciones.


Más apreciaciones de Harvard sobre la ducha

Ducha
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Pero el estudio va más allá y explica que la ducha debe realizarse con agua tibia y no debe durar más de tres minutos, en los cuales debemos centrarnos en ingles y axilas. Lo explicaba la dermatóloga Ana Molina en el programa El Faro de la Cadena Ser: «Está demostrado que poner la temperatura por encima de los 33 grados nos envejece» y además recomendaba terminar con un buen chorro de agua fría que «nos vendrá muy bien para tonificar o para la recuperación muscular».

Los autores del estudio matizan que si nos sentimos sucios o sudorosos si debemos ducharnos aunque no nos toque. Y es que pecar por defecto también tiene consecuencias negativas, que van desde la acumulación de suciedad, grasa hasta la sequedad y picazón. El estudio no matiza el número de días que debemos ducharlo pero una frecuencia de varias duchas a la semana bastaría, lo que no implica hacerlo cada día.

Y mucho mejor si utilizamos la mano mejor que la esponja, ya que tal y como advierten desde la Academia Española de Dermatología, «el uso de esponjas o cepillos exfoliantes pueden irritar la piel y pueden favorecer infecciones cutáneas, al ser nichos para la proliferación de bacterias». Y además explican que  la fricción puede erosionar la piel y desprotegerla.