Las bellas palabras de Alejandra Rubio sobre su abuela, María Teresa Campos

La joven le ha dedicado una emotiva carta

Ana Más

Ayer martes nos despertábamos con la triste noticia del fallecimiento, a los 82 años de María Teresa Campos, debido a una insuficiencia respiratoria. Desde entonces han sido muchos los titulares y mensajes de cariño que la familia de la presentadora, en especial sus hijas y nietos, ha recibido por parte de compañeros y amigos. Hoy nos detenemos precisamente en las declaraciones de una de sus nietas, Alejandra Rubio.

Alejandra es hija de Terelu Campos y Alejandro Rubio, es además la única de los nietos que se ha dedicado al mundo de la comunicación, es colaboradora en el programa Fiesta de Telecinco y en el diario ABC. Ayer a su llegada al tanatorio madrileño de La Paz, en Alcobendas, tenía unas sentidas palabras para su abuela al ser preguntada por la prensa que esperaba allí.

La joven habló sobre los consejos que su abuela, a la que consideraba su mejor maestra, le había dado siempre. «Ha tenido consejos para mí, me ha dicho lo que tenía que hacer y lo que no y yo me fiaba. Ojalá yo siga su camino y esté orgullosa», dijo.


La carta de Alejandra Rubio a su abuela


Además añadía que su ‘abu’, como la solía llamar, se había ido en paz, que era fantástica y la mejor abuela del mundo. Alejandra explicó que toda la familia la había acompañado en estos días, «Hemos estado a su lado en todo momento, nos hemos podido despedir de ella, arroparla. Es un orgullo como abuela y como profesional», dijo.

La hija de Terelu además dio las gracias a todos aquellos compañeros que la están homenajeando estos días y reconoció que «le hubiera encantado tener este reconocimiento después de tantos años de trabajo».

La joven ha querido despedirse también públicamente de ella con una carta que ha publicado en ABC y de la que se desprende la buenísima relación entre ambas, «Esta carta es para ti, para decirte una vez más si cabe lo mucho que te quiero y lo agradecida que estoy de haber compartido tanto tiempo contigo. Desde que era una enana te tirabas en el suelo de la buhardilla de casa para jugar juntas a las muñecas, les poníamos nombre, les vestíamos con el mejor modelito y planeábamos una fiesta en la que manteníamos conversaciones haciéndonos pasar por ellas», comienza el escrito en el que además le agradece sus enseñanzas y recuerda algunas anécdotas.