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Pilar Rubio, sobre la educación de sus hijos: «No les dejo que dejen nada en el plato»

Habló sobre su familia en el podcast de Laura Escanes

Ana Más

Pilar Rubio ha sido la última invitada de Entre el cielo y las nubes, el podcast de Laura Escanes, donde una parte muy importante de la conversación ha sido sobre sus cuatro niños. La colaboradora ha hablado sobre cómo llevan la fama de sus padres Sergio, Marcos, Alejandro y Máximo Adriano, de los que dice son conscientes puesto que no han vivido otra cosa desde que nacieron.

Y es que Sergio Ramos y Pilar Rubio llevan ya quince años juntos, han formado una bonita familia y actualmente residen entre Madrid y París debido a los compromisos profesionales de ambos.

Respecto a la educación de sus hijos, Pilar Rubio tiene claro que no van a tener todo lo que quieran y que intenta que valoren las cosas. «Su padre es un trabajador nato y su madre igual. Yo no les doy paga ni nada, son niños pequeños. Si quieren dinero, pues les digo: Tendrás que trabajar”, explicaba.


Pilar Rubio: «Tienen mucha consciencia del esfuerzo y el sacrificio»

 

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Cepillar los perros, ordenar su cuarto y ayudar a lavar el coche son algunas de las tareas que los pequeños hacen habitualmente. «Mi padre me ponía a limpiar los cristales de la tienda que teníamos todos los sábados. Venimos de familias supernormales, lo único que hemos hecho es currar, ya está (…) Tienen mucha consciencia del esfuerzo y el sacrificio. No les dejo que se dejen nada en el plato, papá y mamá han estado trabajando para que lo tengas y te lo tienes que comer. No tengo mucha paciencia«.

Algo en lo que la modelo coincide absolutamente con su marido, que en una ocasión hacía las siguientes declaraciones en una entrevista en GQ sobre la educación de los niños: «Afortunadamente yo les puedo dar una vida y una educación muy buenas. Ahora podemos elegir el colegio de los niños, pero no quiero que pierdan la perspectiva de dónde venimos y que al final en la vida es necesario hacer un esfuerzo muy grande para conseguir las cosas».

Y es que el futbolista creció en un pueblo sevillano cerca del campo y sus distracciones eran los muñecos, la bicicleta y el balón de fútbol. Estaba todo el día «haciendo arcos y tirando flechas«, decía entonces, y añadía: «Era todo un poco más salvaje que ahora, pero también era algo que te acerca más a la realidad».