El lenguaje no verbal es una herramienta de comunicación que en ocasiones supera a las palabras. Una de las expresiones más relevantes dentro de este lenguaje es la mirada. El contacto visual establece vínculos, transmite emociones y refuerza los mensajes verbales. Pero, ¿qué ocurre cuando alguien aparta la mirada durante una conversación? La psicología tiene varias interpretaciones al respecto.
Según diversos estudios, en una conversación cara a cara, el contacto visual suele mantenerse entre un 40 y un 60% del tiempo. Este equilibrio permite al interlocutor mostrarse atento sin invadir el espacio personal del otro. Sin embargo, apartar la mirada no es necesariamente un signo de desinterés o falta de educación, puede revelar mucho más sobre el estado emocional y mental de una persona.
Paula Martínez, licenciada en Psicología con un máster en Neurociencia Cognitiva y del Comportamiento, explica que evitar el contacto visual suele estar vinculado a emociones como la vergüenza, la inseguridad o el miedo. “Una mirada esquiva indica con frecuencia que la persona se siente amenazada, intimidada o expuesta. Es un mecanismo inconsciente de autoprotección”, señala.
Este tipo de comportamiento se observa habitualmente en contextos de incomodidad social o cuando alguien siente que está siendo juzgado. Por ejemplo, en entrevistas de trabajo, presentaciones públicas o incluso durante una discusión personal. También puede ser habitual en personas introvertidas o con ansiedad social.
Por otro lado, la dirección hacia la que se desvía la mirada también puede ofrecer pistas sobre los procesos cognitivos de quien habla. La neuropsicología ha identificado patrones relacionados con los hemisferios cerebrales. Generalmente, una persona diestra que mira hacia la izquierda podría estar recordando algo real, mientras que si lo hace hacia la derecha, puede estar imaginando o incluso fabricando información. Esta técnica es empleada incluso por profesionales como policías o entrevistadores en recursos humanos.
El lenguaje ocular es muy variado. Una mirada prolongada, por ejemplo, suele indicar atención o interés, aunque si se sostiene demasiado, puede transmitir desafío o incomodidad. Los ojos entrecerrados pueden reflejar desconfianza o estar alerta ante una posible amenaza. El parpadeo excesivo, en cambio, suele estar relacionado con nerviosismo o vergüenza.
Las pupilas dilatadas, aunque menos perceptibles, indican fascinación o atracción, ya que se activan ante estímulos que resultan placenteros o emocionalmente intensos.
Apartar la mirada no siempre debe interpretarse como algo negativo. Al contrario, puede ofrecer una ventana a las emociones internas de quien la realiza. Aprender a leer estas señales no verbales puede ayudarnos a comprender mejor a los demás y a comunicarnos de forma más empática y efectiva.
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