Viajar en familia

Cómo viajar con niños y adolescentes sin perder la calma: guía práctica para familias

Consejos prácticos para planificar, conectar y mantener la templanza durante una escapada con tus hijos

Alba García-Fogeda

Viajar con hijos puede ser tan gratificante como estresante. Y aunque los niños y adolescentes no son siempre los mejores compañeros de viaje, con una buena dosis de planificación, empatía y flexibilidad, el resultado puede ser preferible.

Un artículo reciente de The New York Times sobre viajes familiares destaca que los pequeños disfrutan más cuando se les incluye en la organización: elegir una actividad o decidir qué música sonará en el coche les hace sentir parte de la actividad y no simple pasajeros.

Planifica el viaje, pero deja espacio para la improvisación

Planificar el viaje
Planificar el viaje | Getty

Antes de salir, revisa toda la documentación y asegúrate de llevar lo esencial sin llenar la maleta de ‘por si acaso’. Los expertos recomiendan combinar momentos activos con instantes de descanso, especialmente si hay niños.

Desde la Revista Mundo Empresarial subrayan la importancia de viajar conscientemente adaptando el ritmo de viaje a las edades y necesidades de cada miembro. Un descanso a tiempo puede evitar más de una rabieta de tus hijos.

Otro truco es anticipar a los niños lo que va a ocurrir, es decir, explicarles cómo será el trayecto o qué actividades se harán les da seguridad y reduce la ansiedad ante lo desconocido. Y si algo no sale como estaba previsto, lo mejor es mantener la calma y aprovechar ese imprevisto para improvisar una nueva aventura.

Los adolescentes toman protagonismo a la hora de viajar

Adolescentes en el viaje en familia
Adolescentes en el viaje en familia I Getty

Los adolescentes agradecen tener voz y voto. Permitirles participar en decisiones, elegir una actividad o incluso gestionar parte del presupuesto del viaje fomenta su autonomía. Involucrarlos reduce la frustración y mejora la convivencia familiar.

Por otro lado, no todo es tecnología. Equilibrar las pantallas con juego, lectura o conversaciones refuerza los vínculos y ayuda a desconectar de la rutina digital que últimamente están adquiriendo los más pequeños.

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