Como podemos intuir, la agenda de la Reina Letizia está llena de viajes oficiales. Dichos desplazamientos requieren de una maleta llena de prendas que, como Letizia ha demostrado en tantísimas ocasiones, deben estar a la altura de la ocasión.
Sin embargo, no todo trata de elegir «modelito», sino que la Familia Real tiene un esencial que, por protocolo, no pueden olvidar al partir en cualquiera de sus trayectos.
Y aunque nos imaginemos algo majestuoso como una joya carísima o un vestido de gala, lo cierto es que se trata de algo más simbólico que, como explicó María José Gómez Verdú (experta en protocolo) a la revista Hola, se trata de una exigencia que tiene que ver con la previsión, y está lejos de la moda.
Nos remontamos al año 1952, cuando Isabel II se encontraba de viaje en Kenia y su padre, Jorge VI, falleció. La monarca no llevaba consigo ningún conjunto que estuviera a la altura de las circunstancias, así que tuvo que esperar en el avión hasta que la hicieran llegar la vestimenta adecuada.
Desde ese momento se dictaminó una norma inquebrantable que obliga a la Familia Real, tanto a los mismos reyes como a sus hijas, a llevar un conjunto de luto por si hubiera algún imprevisto como el que se vivió en la Casa Real británica.
Independientemente de esta norma, es cierto que las maletas de Letizia y el resto de su familia se analizan con lupa. En su interior se incluyen conjuntos acordes a cualquier situación o circunstancia fuera o dentro de lo común.
Además, también se tiene en cuenta, con gran precisión, el clima que les acompañará en cada uno de sus trayectos. De este modo, la realeza evitará cualquier condición que pudiera fastidiar su aspecto.
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