Cinturón del coche

Por qué debes abrochar los cinturones traseros del coche aunque no viaje nadie: la razón que puede salvar vidas, según la DGT

Mantenerlos sujetos puede evitar que tu equipaje se convierta en un proyectil

Alba García-Fogeda

Cuando subimos al coche, muchas veces nos preocupamos de ponernos el cinturón delantero… pero olvidamos de hacerlo en las plazas traseras, especialmente si van vacías. Pues bien, ese simple olvido puede costar caro. La DGT advierte sobre lo que se conoce como ‘efecto elefante’. En un choque a 60 km/h, una persona de 75 kg sin sujeción podría impactar contra el asiento delantero con una fuerza equivalente a 4,2 toneladas.

Ahora imagina que en el lugar de una persona hay equipaje, maletas u objetos en el maletero. En caso de frenazo brusco, la inercia puede convertir esos bultos en auténticos proyectiles. Si los asientos traseros no tienen el cinturón abrochado, el respaldo puede ceder, dejando vía libre para que todo lo que llevas acabe rápidamente en la parte de delante.

Por eso, incluso cuando viajas solo o con dos personas en las plaza delanteras y el resto del vehículo vacío, abrochar los cinturones traseros resulta una medida de seguridad rápida y factible.

Abrochar el cinturón del coche, un hábito que refuerza tu seguridad

Que sea recomendable no significa que no tenga respaldo en la normativa. En España, el uso del cinturón es obligatorio en todas las plazas desde hace décadas. Pero esta recomendación va más allá del cumplimiento, responde a un sentido común de autoprotección.

Especialmente en viajes con maletas, compras, equipaje voluminoso o cualquier objeto suelto, abrochar los cinturones traseros crea una barrera extra que sujeta los respaldos y reduce el riesgo de que la carga golpee a los ocupantes.

Incluso cuando el maletero esté vacío, llevar esos cinturones abrochados añade estabilidad al respaldo, una protección adicional contra frenazos bruscos o movimientos imprevistos.