En el mundo de las relaciones sentimentales, han surgido diversos términos para describir comportamientos tóxicos y manipuladores. Uno de estos términos es el breadcrumbing, una práctica que consiste en dar pequeñas dosis de atención o afecto a alguien para mantenerlo interesado, sin ofrecer un compromiso real. Este fenómeno, que se traduce literalmente como ‘dar migajas de pan’, puede ser altamente dañino para la salud emocional de la víctima.
El breadcrumbing se caracteriza por la falta de consistencia y compromiso en una relación. La persona que realiza breadcrumbing envía señales mínimas a su pareja, demostrando que sigue ahí, pero sin implicarse de manera significativa. Este comportamiento crea falsas expectativas y mantiene a la otra persona en una situación de incertidumbre y confusión.
Las señales de breadcrumbing pueden ser variadas. Una de las más comunes es la comunicación intermitente. La persona que realiza este tipo de manipulación puede enviar mensajes esporádicos, mostrar interés a ratos y luego desaparecer por días o semanas. Esta falta de consistencia en la comunicación deja a la víctima esperando y preguntándose qué está pasando.
Otra señal es la falta de compromiso. El breadcrumber, término con el que se refiere a las personas que lo realizan, siempre encuentra excusas para no concretar planes o formalizar la relación. Posponen encuentros, cancelan en el último minuto y nunca muestran interés real en reprogramar. Este comportamiento deja a la víctima con la idea de que hay algo más importante que impide que avancen juntos.
Además, las interacciones suelen ser superficiales. Las conversaciones se limitan a temas banales y evitan profundizar en aspectos emocionales o personales. La víctima no se siente parte de la vida del breadcrumber y no es presentada a su entorno cercano.
El breadcrumbing puede tener efectos devastadores en la salud emocional de la víctima. Vivir en una relación donde solo se reciben migajas emocionales puede generar una gran frustración y dolor, además de sentirse desvalorizado. La víctima alberga la esperanza de que la relación avance, pero al mismo tiempo es consciente de que la otra parte no está dispuesta a implicarse más. Esta paradoja puede ser sumamente dolorosa y llevar a la víctima a cuestionar su propio valor y autoestima.
Para superar el breadcrumbing, es importante reconocer las señales y hablar abiertamente con la persona que realiza este comportamiento. Expresar cómo te sientes y establecer límites claros puede ayudar a proteger tu salud emocional. Si la otra persona no está dispuesta a cambiar su comportamiento, puede ser necesario reevaluar la relación y considerar la posibilidad de alejarse para buscar una relación más sana y funcional.
En ocasiones puede resultar muy difícil detectar este tipo de comportamientos porque inevitablemente sentimos la esperanza de saber que algún día funcionará. Aquí tienes algunos ejemplos para detectarlo:
Mensajes esporádicos: Una persona te envía mensajes de texto o te contacta en redes sociales de vez en cuando, pero nunca de manera constante. Por ejemplo, te envía un mensaje diciendo «Hola, ¿cómo estás?» cada pocas semanas, pero no mantiene una conversación continua.
Planes vagos: Alguien sugiere quedar o hacer algo juntos, pero nunca concreta los detalles. Por ejemplo, dice «Deberíamos salir algún día» pero nunca fija una fecha o hace un esfuerzo real para que suceda.
Interacciones superficiales: Las conversaciones se limitan a temas triviales y nunca profundizan en aspectos personales o emocionales. Por ejemplo, siempre hablan del clima, de programas de televisión o de cosas sin importancia, evitando cualquier tema que implique un compromiso emocional.
Elogios ocasionales: La persona te da cumplidos o muestra interés de vez en cuando, pero no de manera consistente. Por ejemplo, te dice que te ves bien o que le gusta hablar contigo, pero luego desaparece por largos periodos.
Presencia en redes sociales: Alguien interactúa contigo en redes sociales, como darle «me gusta» a tus publicaciones o comentar de vez en cuando, pero no hace un esfuerzo por comunicarse de manera más directa o personal.
Excusas constantes: La persona siempre tiene una excusa para no quedar o para cancelar planes a último minuto. Por ejemplo, dice que está muy ocupada con el trabajo o que surgió algo inesperado, pero nunca reprograma el encuentro.
Promesas vacías: Te hace promesas sobre el futuro, como «Vamos a hacer un viaje juntos» o «Quiero presentarte a mis amigos», pero nunca cumple con esas promesas.
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