
Desde luego que estamos de acuerdo en reducir al mínimo el desperdicio alimentario, pero nunca a costa de nuestra salud. Por eso, el consejo de los expertos es no apurar demasiado. Si la carne en cuestión está ya en mal estado, con cambios en el color y el olor, no debemos congelarla bajo ningún concepto.
El tecnólogo de alimentos Miguel Ángel Lurueña explica en La Vanguardia que si el producto se congela de la forma adecuada el mismo día que va a caducar, no hay riesgo alguno, y añade: «Las bajas temperaturas evitan que las bacterias continúen proliferando (los patógenos se multiplican entre los 4 y 65 °C), así que no importa que el alimento supere la fecha de caducidad una vez congelado. Es como si el tiempo se detuviera».
Pero el problema no está tanto en el congelado sino más bien en el ‘descongelado’. Desde directoalpaladar.com explican que «el problema de la carne cruda a punto de caducar no está en que la congelemos antes de que empiece a perder propiedades, sino de descongelar mal (o preparar mal) una carne que ya empieza a ser arriesgado su consumo«.
Sobre la mejor forma de hacerlo Lurueña explica que lo mejor «es dejar la carne en la nevera y esperar que se atempere poco a poco», y añade: «al colocarla en los estantes del refrigerador es importante guardarla en un envase hermético para que no gotee sobre otros alimentos mientras gana temperatura».
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