
Así lo ha señalado Elena, de @infamarte, una farmacéutica que utiliza sus redes para comunicar sobre ciertas curiosidades relacionadas con la farmacia y el entretenimiento. Ella misma confesaba ser una de esas personas que no son capaces de terminarse el café al completo.
«No soy capaz de acabarme el café. Siempre dejo un pequeño rastro en el fondo de la taza y no es que no tenga más sed o que no me guste la bebida, sino que no puedo tragarme lo último«, señala en uno de los vídeos que compartía recientemente.
«Al principio pensé que era una manía mía pero después de buscar mucha información esto tiene base psicológica. Hay algo en el fondo de la taza que me incomoda, puede ser el cambio de textura, de temperatura, de color, los sedimentos…«, asegura, que ha tratado de buscar una respuesta científica a esta aversión al último sorbo de esta popular bebida.
Al parecer, se trata de un fenómeno conocido como aversión al asco. Se trata de una respuesta emocional automática que nos ayuda a evitar posibles amenazas para la salud, como alimentos en mal estado o sustancias contaminadas. El fondo del vaso, especialmente cuando se trata de bebidas calientes como el café, puede generar sensación de rechazo. El líquido restante suele estar frío, más denso o incluso con residuos visuales, lo que activa una alarma inconsciente.
«Estos residuos activan circuitos cerebrales que están relacionados con la aversión al asco, que es una emoción fundamental en la evolución humana para evitar enfermedades. La aversión al asco está muy relacionada con el instinto de evitar contaminación aunque no haya una amenaza real. Así que mi cerebro relaciona ese último sorbo con algo indeseable o contaminado«, explica.
Esta reacción, aunque no siempre racional, tiene raíces evolutivas. Nuestro cerebro interpreta ese último sorbo como potencialmente desagradable o incluso peligroso. Aunque no todo se reduce a la biología, pues en algunas culturas como la japonesa, dejar un poco de bebida en el vaso es una forma sutil de indicar que uno está satisfecho, sin necesidad de palabras.
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