Ricky Martin ‘mordió’ Madrid a golpe de cadera

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No era un buen día para dar un concierto a tenor de lo ocurrido en Manchester pero Ricky Martin tuvo que hacer gala de su profesionalidad y conseguir que su público se olvidara de todo lo ocurrido.

Y eso que la llegada al Wizkink Center no lo hacía fácil con medidas de seguridad más exhaustivas que en otras ocasiones y mensajes de apoyo a Manchester por todo el recinto. Pero todo está en el ánimo y nuestros compañeros de Cadena Dial se enfrentaron a este concierto con el más positivo.

Por su parte, Ricky Martin lo tenía claro: “Yo lo que quiero es veros reír y que dejéis los problemas fuera”, dijo en ese tono de complicidad y simpatía coqueta que mantuvo durante todo el concierto.

Está claro que sabe cómo conquistar al público. Con un golpe de caderas aquí y allá, una sonrisa seductora y una interacción constante que hacía a los asistentes parte del espectáculo, consiguió que la gente se viniera arriba.

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Eso sí, “que cante en español”, fue una de las arengas que pudimos escuchar en varias ocasiones y es que, Ricky Martin, por lo menos en nuestro país, gusta en castellano.

Comenzó el show en inglés presentando algunas de sus últimas canciones y eso no enganchó de primeras. Está claro que Ricky Martin ha vivido momentos de mayor popularidad y su nuevo disco no es el más conocido. Por eso, en ese inicio fueron pocos los que fueron capaces de cantar con él.

Pero se le perdona porque sólo poder comprobar cómo es capaz de cantar y bailar al mismo tiempo sin perder el aire, es ya, de por sí, un aliciente. Ver cómo es capaz de moverse es todo un espectáculo.

Coreografías estudiadas al milímetro y respaldadas por un cuerpo de baile de esos que podrían ser objeto de estudio en una clase de anatomía musculada se mezclaban con momentos más improvisados que dejan claro que lo del baile es innato en él.

“Voy a dejarme el alma en el escenario”, avanzó. Y, desde luego, ese comienzo de vértigo en el que derrochó una buena dosis de energía, le hizo sudar.

Luego llegó un descanso con su espacio para las baladas. Aquí cambió de idioma y el público comenzó a entrar en calor.

“Yo estoy romántico. Vamos a quedarnos ahí y vamos a conectar”, dijo en su momento más ñoño. Y de ahí a Tu recuerdo que ya puso las cuerdas vocales del público a prueba.
Aunque quizás los suspiros más fuertes se escucharon cuando quiso recordar uno de los temas con el que se dio a conocer en España, Te extraño, te olvido, te amo.

En esta parte más calmada también hubo hueco para dar rienda suelta a su lado más solidario y un montaje de vídeo con niños en situaciones desfavorecidas apoyó su grito de apoyo a la infancia y la libertad.

Para el final tenía reservado otro buen chute de adrenalina a base de recordar grandes éxitos. Escuchamos clásicos como María, Living la vida loca, La copa de la vida o Muévelo.

Hizo repaso a las nacionalidades que se dieron cita en el Wiznik Center a través de las banderas que iba viendo y, sí, estaba representada gran parte de Latinoamérica y quiso poner énfasis en esa comunión de culturas.

Y ya con el público completamente entregado llegó el colofón final con La mordidita que debió descoyuntar más de una cadera que no pudo resistirse a intentar imitar los movimientos de un Ricky Martin que reivindicó su origen latino.

Y que conste, que no todo fue música porque el boricua también dio una lección de estilo. Si salió a escena con la buena planta de todo crooner que se precie con un traje que marcaba su cuerpo esculpido, se fue cambiando de camiseta y pantalón varias veces demostrando que es difícil encontrar algo que le siente mal.

Con el negro y el blanco como colores predominantes, lo que más llamó la atención fue la falda que se puso y que dejó claro que Miguel Bosé tiene buenos discípulos.