¿Por qué ahora me gusta algo que antes no lo hacía?

Redacción Cadena Dial

De pequeños nos pirrábamos por la mayonesa y ahora no queremos verla ni en pintura. A cambio, hemos acabado adorando el brócoli. ¿Cómo es posible que sabores por los que perdías el conocimiento sean poco menos que enemigos para ti y viceversa?

Como casi todo en la vida, este fenómeno tiene explicación. Y no solo hallamos la solución en los factores vinculados al gusto, sino en aspectos psicológicos. Vaya por delante que esta modificación en tus preferencias alimenticias no comporta riesgo alguno. Ya sabes, lo importante es llevar una dieta sana y no dejar de lado esos productos que te aportan los nutrientes necesarios.


Antes sí y ahora no

Comenzábamos mencionando a la sabrosa mayonesa. Pues bien, ¿te has parado a pensar en aquella salmonelosis que sufriste por comer aquella ensaladilla rusa en mal estado? Efectivamente, el origen de tu fobia a esta salsa germina en aquella desastrosa experiencia. Las noches que pasaste echando la vida por la boca no se las deseas a nadie. Antes babeabas con solo nombrarla, ahora pasas junto a ella en el supermercado y te dan arcadas…¡pero si han pasado 15 años!

Pensemos en otra vivencia para olvidar. Tu mayor resaca. ¿Qué cenaste antes de esas horas en las que perdiste hasta el conocimiento? ¿Salchichas? Pues, probablemente, hayas desarrollado un resquemor hacia los perritos calientes, aunque ellos no tengan la culpa de nada. Es decir, las experiencias malignas, sean en el ámbito que sean, nos hacen prender la luz de alerta cuando vivimos situaciones similares. Parece algo inherente al ser humano.

Antes no y ahora sí

Ahora le damos la vuelta a la situación. ¿Recuerdas que mojar los labios en café te producía náuseas durante tu niñez? ¡Quién te ha visto y quién te ve! ¡Si ahora eres un ser a una taza de café pegado, como diría el mismísimo Quevedo! ¿A qué se debe este cambio tan drástico? Ni más ni menos, que al aprendizaje de tu paladar. Sí, al parecer nuestro gusto también necesita un adiestramiento.

Los expertos aseguran, en este sentido, que los niños no toleran de la misma manera que un adulto sabores fuertes como el café. ¿Ahora entiendes por qué con ocho años no soportabas rozar una guindilla con la punta de la lengua y ahora eres el rey del picante?

Los sabores preferidos de los niños y los de los adultos

Como acabamos de ver, los alimentos que desprenden gusto agrio o picante son rechazados por los individuos más jóvenes. Con el devenir de los años, nos acostumbramos y acabamos siendo conscientes de la importancia de comer alcachofas, col o apio en detrimento de esos atracones de chocolate que nos dábamos en aquellas meriendas adolescentes.

Además, reconozcámoslo, de pequeños no nos atrevíamos a comer hígado o berza porque nos condicionaba el aspecto en el primer caso y el aroma un tanto desagradable, en el segundo. ¿Qué ha pasado cuando hemos dado el paso? Que nos parecen alimentos deliciosos.

El gusto no solo se hace, también nace

Por tanto, la educación de nuestro paladar tiene mucho que decir en este cambio de gustos con la edad. Eso sí, también has de saber que no todos los individuos disponen de los mismos receptores de sustancias químicas. Es decir, en unos casos, el sentido del gusto está más desarrollado que en otros. Existen personas que podríamos definir como auténticos catadores, pues son capaces de distinguir cada sabor y percibirlo de manera más intensa que otros.

Ahora ya tienes la respuesta que estabas buscando. Como has visto, la modificación de tus gustos alimentarios es debida a factores psicológicos, pero también, a la aparición de una irremediable amiga: la madurez. Bienvenido a la edad adulta, amigo.

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