Los adultos ya asumimos que los miedos son irracionales y simples creaciones de nuestra mente. En cambio, ellos y ellas los consideran totalmente reales, por tanto, no servirá de nada insistirles y repetirles que el agua no les va a tragar.
Tampoco ayudará que les ridiculicemos, les regañemos o montemos cualquier tipo de «follón«. Como señala nuestra especialista, habrá que armarse de paciencia y seguir minuciosamente cada paso para que progresivamente se vaya animando.
En este plan que establece Rocío Ramos-Paul, empezamos el primer día dejándole que juegue en la arena, a la distancia que él elija. Días después, toca atreverse con la orilla y pedirle que se quede allí 20 segundos. Puede que sean más si ve a otros niños hacer castillos de arena y divirtiéndose.