En una de las expresiones más utilizadas para mostrar cariño o afecto, suena curioso que habitualmente reste apetito o incluso provoque dificultades para dormir. Todo ello por culpa de la dopamina, molécula que soltamos cuando damos nuestro primer beso.
Por otro lado, Luis Larrodera nos da una curiosa revelación que explica por qué tendemos a cerrar los ojos. En esos momentos de cariño, nuestras pupilas se dilatan hasta tal punto que nos vemos en la necesidad de entrecerrarlos para que no nos afecte la luz.
MÁS SOBRE: