Se trata de un hombre en Indonesia al que le apasionaba tanto su trabajo que no dudó en poner a su pequeño «Departamento de Comunicación Estadística» de nombre. En su idioma se trata de «Dinas Komunikasi Informatika Statistik», aunque cariñosamente le apodan como «Dinko».
¿Y la madre no dijo nada al respecto? Según recoge el portal Mirror, se trataba de una promesa que el matrimonio se hizo si el bebé que nacía era varón, en cuyo caso era el hombre quien decidía el nombre… Fuese cual fuese.