Vanesa Martín

Vanesa Martín recuerda los veranos de su infancia con una imagen muy tierna

Noelia Bertol

Dicen que estamos hechos de recuerdos, que somos la consecuencia de nuestros actos y vivencias, y son a estos a los que recurrimos cuando necesitamos encontrarnos de nuevo o recordar de dónde venimos para ser fieles a nosotros mismos.

Vanesa Martín ha querido dar la bienvenida al verano de una forma especial, viajando al pasado y recordando cómo vivía esta época del año siendo apenas una niña. Con una imagen en un verano de los 80, la malagueña recuerda cómo eran esas jornadas en la playa.

«Mi única meta era llegar a la orilla, llenar el cubo de agua y que llegara el máximo posible a mi ‘fortaleza’… la vida mientras tanto ocurría«, ha expresado junto a la instantánea en la que esta aparece jugando en la playa.


 

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«El agua nunca llegaba a ser río, y de nuevo a la orilla. Tampoco la segunda vez llegaba a mantenerse y más orilla«, recuerda esta, que con el cubo lleno de agua intentaba en vano formar un río en la arena, pues bien sabemos tras haberlo intentado como ella cientos de veces cuando éramos pequeños, que la arena absorbe el agua rápidamente.

Pero Vanesa Martín ve en estos actos del pasado auténticos aprendizajes. «Un día descubrí que el agua en mi barca sí que se mantenía, y si tenía cuidado crecía. Ahí encontré otros significados«, añadía.

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Veranos de gloria

 

Es muy frecuente encontrar nuestros mejores recuerdos en los veranos de nuestra infancia. Como Vanesa Martín, en ellos aprendimos cientos de cosas, nos topamos con numerosas realidades y desciframos un gran número de misterios. También nos divertimos, lloramos y consumimos toda nuestra energía.

«¡Aquellos veranos de gloria! Donde todo parecía más fácil y despreocupado. Aquellas tardes me volvía a casa con mis padres en ese Renault 12 gris con asientos de terciopelo rojo, era automático, arrancar y dormir profundamente. ¡Qué aventura!«, continuaba la artista para pasar a dar la bienvenida a un nuevo verano en su vida:

«Se ve que ya es verano de nuevo, que la libertad del agua ya empezaba a darme pistas… que mi burbuja rosa me salvó más de una vez y que aquellas sillas te sostenían de más. Pues eso… ¡a rodar»