Se llama ‘Efecto Gruen’ e Ikea y otros establecimientos lo usan para que te apetezca comprar más

Se basa en la idea de que 'un buen diseño equivale a buenos beneficios'

Ana Más

Victor Gruen fue un arquitecto nacido en 1904 en Viena que en 1938 se marchó a Nueva York, donde se hizo muy conocido diseñando tiendas y espacios comerciales, más de cincuenta en total. A pesar de que era un momento delicado para las ventas, puesto que a finales de los años treinta la gente no tenía demasiado dinero, supo atraer a los clientes creando escaparates muy atractivos.

Y es que para él ‘un buen diseño equivalía a buenos beneficios’. Si los escaparates son bonitos, los consumidores querrán estar más tiempo en la tienda y cuanto más tiempo pasen, más comprarán. Y en eso precisamente se basan en la actualidad muchos establecimientos como Ikea, en el efecto Gruen que precisamente toma su nombre del arquitecto austriaco.

Y es que se le puede considerar el precursor del shopping, ya que en sus viajes por Estados Unidos se dio cuenta de que aquellos que no vivían en el centro carecían de lugares de ocio y por eso imaginó entornos llenos de vegetación y tiendas, «una plaza interior que fuera una isla de conexión en medio de la dispersión. Una que sacara a la gente de sus coches para caminar y pasear dentro de ellos», explican desde El economista


El primer centro comercial diseñado por Gruen

Y así nacieron los centros comerciales, que el arquitecto había pensado más que como un conjunto de tiendas, como una instalación con apartamentos, oficinas, centros médicos, bibliotecas y guarderías en su interior. Aunque tenía muchos bocetos de este tipo de centros comerciales, no fue hasta 1952 cuando el propietario de  la empresa Dayton le encargó la construcción del primer centro comercial cubierto y climatizado en Edina, Minnesota.

Se llamó Southdale Center y fue inagurádo en 1956 con un enorme patio central, cubierto por una claraboya, imitando una plaza de pueblo. Un diseño que utilizó en los siguientes centros comerciales que diseñó, cuyo patio central era un sello distintivo. Aunque no tenía nada que ver con la idea original de Gruen de mezclar viviendas y tiendas, pero tenía multitud de tiendas y sobre todo de compradores.

En 1968 volvió a su Viena natal y, tras intentar crear allí ese gran centro neurálgico que había proyectado hace años y no conseguirlo, terminó renegando de ellos.