¿Has oído hablar de la ecpatía? La habilidad de evitar la fatiga por compasión

El psiquiatra José Luis González de Rivera fue el que hablo de ello por primera vez en 2005

Ana Más

El término no está recogido por la RAE, sin embargo en el ámbito de la psicología y la medicina es algo más conocido. Te hablamos del término ecpatía. Y es que fue precisamente un catedrático de psiquiatría, José Luis González de Rivera, el que hablo de ello por primera vez en 2005.

Y lo hizo para referirse a «la capacidad que nos permite no identificarnos demasiado con el sufrimiento del otro» , tal y como explican desde niusdiario.com y aquí la clave está precisamente en la palabra «demasiado».

El médico la definió entonces como, «un proceso mental voluntario de percepción y exclusión de sentimientos, actitudes, pensamientos y motivaciones inducidas por otro”. Algo así como  lo contrario de empatía, aunque para los expertos en mejor describirla como «el límite de la empatía o incluso como una actitud complementaria a esta».


Ecpatía versus empatía

The young adult woman gestures as she talks to the unrecognizable female mature adult counselor.

Sin embargo González de Rivera explica que «La ecpatía no es lo mismo que la frialdad, indiferencia o dureza afectiva característica de las personas carentes de empatía».

Mientras la empatía nos permite conectar con el sufrimiento ajeno y es la clave de las relaciones saludables ya que nos permite tener en cuenta al otro y compartir y entender sus sentimientos, la ecpatía nos permite gestionar y sacar a fuera el sentimiento que nos produce el hecho de ver a alguien sufriendo. De hecho el término viene del griego ekpatheia, que significa literalmente “sentir fuera».

Si regulamos bien ambas, empatía y ecpatía podremos ofrecer la respuesta adecuada y el apoyo a la persona que necesita consuelo, algo que no tiene nada que ver con ser frío, antipático o insensible con los demás.

Además  la ecpatía nos ayuda a impidir que» la identificación con el sufrimiento ajeno nos lleve a olvidarnos de nosotros mismos», es decir, puede ser un mecanismo regulador de la empatía que nos proteja de sufrir trastornos emocionales más graves, además de ayudarnos a protegernos de los demás y de posibles manipulaciones a las que nos puedan someter.

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