No cabe duda de que nuestra personalidad y forma de ser tienen mucho que ver en casi todos los aspectos de nuestra vida y también en la manera que tenemos de enfrentar los traumas.
Sin embargo además de en la personalidad desde hace unos años muchos los profesionales de la salud mental ponen su atención en algo a lo que no se le daba importancia tras un suceso traumático: el tipo de apoyo y asistencia emocional que recibe la persona que ha sufrido un trauma justo en las horas posteriores al suceso, es lo que se conoce como ‘horas doradas’ tras el trauma.
El término lo acuñó el psiquiatra israelí Joseph Zohar por primera vez en una publicación del National Post-Trauma Center de Sheba (Israel) que él mismo dirige, refiriéndose con él «al tiempo que transcurre entre el evento traumático y la manifestación de un trastorno como consecuencia de ese trauma», explican desde niusdiario.com. Un tiempo muy valioso que se convierte en una oportunidad para intervenir para que dicho evento traumático sea procesado de una manera menos dañina para el que lo ha sufrido. Y es que lo que se diga o haga a una persona en esa situación durante esas horas puede cambiar completamente el rumbo de su salud mental en el futuro.
La forma de actuar más extendida en culturas como la nuestra «suele tener que ver más bien con anestesiar el dolor emocional a base de fármacos, o con esconder el malestar y dejar que ‘el tiempo lo cure», explican desde el mismo medio, algo que es un excelente caldo de cultivo para que más adelante esta persona sufra algún tipo de trastorno de estrés postraumático o depresión.
El propio Zohar habla de la importancia de ayudar a la víctima a que el hecho traumático tenga un impacto mínimo en su memoria y según explica las primeras horas, incluso hasta los tres días después de una experiencia traumática es un periodo de tiempo esencial para la consolidación de la memoria a largo plazo.
Para ello recomienda distraer a la víctima del recuerdo del hecho traumático pero no de su sufrimiento, es decir no actuar como si no hubiera pasado nada. Se trata de evitar que en esas horas doradas la mente esté llena de imágenes y pensamientos traumáticos que «al estar unidos a emociones difíciles, quedarán grabados en su memoria a largo plazo de una manera muy profunda».
Además tener pequeños gestos de apoyo con la víctima del suceso, como recordarle que no está sola, reduce también el riesgo de que los recuerdos se fijen durante años en la memoria. Y una recomendación más de los expertos, no administrar psicofármacos en esas horas ya que sólo servirían para anestesiar a la víctima y bloquear la expresión de dolor.
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