Hablar con alguien que atraviesa una depresión puede resultar desafiante. Muchas veces, las frases que creemos reconfortantes pueden generar el efecto contrario: aumentar la sensación de incomprensión y aislamiento.
La depresión no es simplemente ‘estar triste’, sino una condición compleja que requiere empatía, escucha activa y, en muchos casos, ayuda profesional.
Y aunque uno quiere aportar su granito de arena cuando vemos a alguien de nuestro entorno atravesando esta difícil enfermedad, a veces las palabras que utilizamos, si bien cargadas de buena intención, pueden tener el efecto contrario en la persona a la que van dirigidas.
Desde Sapiencia Práctica señalan que, aunque la intención de estas palabras tengan un trasfondo de empatía, pueden minimizar la experiencia única de la persona. Realmente uno no puede saber cómo se siente alguien que padece depresión, a no ser que también le haya sido diagnosticada.
«No le ofrezcas consejos que trivialicen su lucha contra la enfermedad. La depresión no se puede curar con un poco de ejercicio o sueño, se necesita trabajo duro, resiliencia y trabajo interior«, apuntan. Cada depresión es distinta y compararla con emociones propias puede hacer que el afectado sienta que no se le toma en serio.
En lugar de asumir, es mejor preguntar: «¿Quieres contarme cómo te sientes?«.
La intención es buena, pero también demasiado vaga. «Una persona deprimida básicamente escucha: ‘Busca ayuda si la necesitas’. Claro que la necesita, si no no se sentiría tan vulnerable ni viviría con los efectos de la depresión«, apunta Annie Tanasugarn, especialista en relaciones sociales.
Quien está deprimido suele sentirse incapaz de pedir ayuda, por lo que esta frase puede sonar como una puerta cerrada. Es más útil ofrecer la ayuda a través de acciones concretas: «¿Te gustaría que quedemos para dar un paseo?».

Este comentario puede generar culpa y presión. La persona ya lucha con su estado actual y recordarle que ‘ha cambiado’ refuerza la idea de que está fallando.
Quizá en la intención está hacerle recordar lo feliz que era antes y lo bien que lo pasabais juntos, pero para la persona que sufre depresión estas palabras pueden desatar un sentimiento de culpa: antes mi compañía era del agrado de los demás y ahora no.
Un error común en el camino a superar la depresión es anclar a esa persona al pasado en lugar de acompañarla en su presente y demostrarle que hay un futuro lleno de posibilidades y experiencias que merecen la pena.
Decir esto trivializa la enfermedad, como si fuera cuestión de voluntad. La depresión tiene componentes biológicos, psicológicos y sociales. No es algo que se invente.
«Las enfermedades mentales son tan reales y serias como cualquier enfermedad física. A veces incluso más, debido al estigma social que rodea a quienes las padecen«, apuntan desde Sapiencia Práctica.

Este tipo de frases transmiten falta de sensibilidad y de comprensión. La depresión no tiene por qué tener una causa específica y cualquier persona puede llegar a sufrirla, independientemente de su popularidad o los logros conseguidos en la vida.
Quizá la intención con ello sea recordarle todo lo bueno que tiene en la vida y lo afortunado o afortunada que es, pero estas palabras probablemente no sean el mejor modo de hacerlo. De hecho, puede tener el efecto contrario y hacerle creer que es muy desagradecido con lo que la vida le ha dado.
Aunque parezca un halago, puede hacer que la persona sienta que estás invalidando sus emociones. La depresión no siempre se nota externamente, y eso es algo que debemos tener muy en cuenta a la hora de hablar con alguien que la sufre.
Así que ya sabes, la clave está en escuchar sin juzgar, evitar frases que minimicen el problema y ofrecer apoyo real. Si sospechas que alguien cercano está deprimido, anímale a buscar ayuda profesional y recuérdale que no está solo.
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