Niño en laboratorio

¡Todo tiene un precio!: uno de los juguetes infantiles más peligrosos ha sido subastado

La venta finalmente ha sido por 16.500 dólares

MARTA DEL AMO

Dentro de los juguetes comercializados hoy en día, no entra en la cabeza cómo pudo haberse llegado a realizar juguetes infantiles tan peligrosos. Pues bien, fue en 1950 cuando uno de los juguetes infantiles más peligrosos del mundo salió a la venta.

Este juguete, famoso por su riesgo, fue lanzado por AC Gilbert, empresa estadounidense, bajo el nombre de Laboratorio de Energía Atómica Gilbert U-238. No se trata de una única pieza si no de un lote completo que buscaba complacer el interés científico de los más pequeños. No obstante, lo que no se tuvo en cuenta fueron la cantidad de componentes radioactivos que éste contenía.

El objetivo de este juego infantil era conseguir que los más pequeños realizasen experimentos con reacciones nucleares, haciendo uso de material radiactivo. Eran exactamente cuatro las partículas radioactivas que éste contenía, además de las muestras de uranio. Más concretamente fueron las partículas beta alfa, beta pura, gamma y polonio.

Tal y como menciona la revista Muy Interesante, los niños que jugaran con este set, podían hacer experimentos pudiendo incorporar sustancias a sus mezclas, como el cianuro. Este juguete llegó a tener hasta dos versiones y a ocupar un hueco en los periódicos a modo de promoción, durante tres años.

Aunque el nivel de radiación no era muy alto, su riesgo provenía de que, si se rompían las cápsulas de los elementos radioactivos, se liberara la radiación. A pesar de tener un precio algo elevado para la época, concretamente de 50 dólares, fueron 5.000 las unidades vendidas durante ese periodo. Eso sí, no fue hasta el año 2006 que la revista Radar Magazine que lo incluyó en su lista de ‘Los 10 juguetes más peligrosos de todos los tiempos‘.

¿Qué incluía este juguete infantil?

Dentro de la caja en la que se encontraba este pequeño laboratorio, se incluyeron hasta cuatro elementos. Un electroscopio, un contador Geiger, para medir la radioactividad, un espectroscopio, para observar la radiación electromagnética y la materia y, por último, una cámara de niebla, que servía para detectar partículas con radiación ionizante.

 

Además, dentro de la caja se encontraba una nota que indicaba que el pequeño que encontrase nuevas formas de materiales radioactivos, tendría una recompensa de hasta 10.000 dólares por parte del gobierno estadounidense.

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