Las altas capacidades suelen asociarse con la infancia, pero cada vez más expertos recuerdan que también pueden pasar desapercibidas hasta la edad adulta. Muchas personas crecen sintiéndose diferentes sin saber exactamente por qué, mientras otras normalizan habilidades que en realidad superan lo habitual en su entorno. Comprender qué son las altas capacidades y cómo se manifiestan es clave para obtener un diagnóstico adecuado y, sobre todo, para mejorar el bienestar emocional y el desarrollo personal. Entre los rasgos más comunes destacan la rapidez para comprender conceptos complejos, la creatividad elevada, la sensibilidad emocional y una curiosidad inagotable.
Aunque tradicionalmente se ha vinculado este término a un coeficiente intelectual alto, diversos especialistas recuerdan que el CI es solo una pieza del rompecabezas. Las altas capacidades abarcan también talentos específicos, pensamiento divergente, memoria excepcional o facilidad para aprender de manera autónoma. Por ello, no siempre coinciden con el rendimiento académico sobresaliente; de hecho, algunas personas pueden experimentar frustración, aburrimiento o incluso ansiedad al no comprender por qué se sienten «fuera de lugar«. Reconocer estos signos permite no solo identificarlas, sino también gestionar mejor sus desafíos cotidianos, que pueden incluir hipersensibilidad, dificultades sociales o la necesidad permanente de estímulos intelectuales.
Uno de los indicadores más frecuentes es la facilidad para aprender y conectar conceptos con rapidez. Las personas con altas capacidades suelen absorber información nueva de forma casi intuitiva, relacionando ideas que otros no perciben de inmediato.
No es una curiosidad pasajera, sino una necesidad profunda de comprender cómo funcionan las cosas. Desde temas científicos hasta cuestiones filosóficas, estas personas tienden a hacerse preguntas constantemente.
Tanto en adultos como en niños, una memoria superior a la media es un rasgo habitual. Esto incluye retener datos, detalles de conversaciones o información compleja por largos periodos.
Las altas capacidades no solo se manifiestan en lo cognitivo; muchas veces vienen acompañadas de una sensibilidad emocional acentuada. La empatía y la capacidad de conectar con otros de manera profunda son características frecuentes.
La creatividad puede expresarse en arte, escritura, música, resolución de problemas o formas de pensamiento poco convencionales. No siempre es visible de manera académica, pero sí en la forma única de abordar el mundo.
Muchas personas con altas capacidades valoran intensamente tener tiempo a solas para pensar, crear o simplemente calmar su mente. Esta necesidad no se relaciona con timidez, sino con espacios para procesar ideas.
Desde pequeñas, estas personas suelen cuestionar normas, planteamientos y explicaciones simplistas. Analizan la información desde múltiples ángulos y buscan coherencia en todo.
Cuando un tema les apasiona, pueden sumergirse en él durante horas, investigando, aprendiendo y creando sin descanso. Esta concentración profunda es altamente productiva, aunque puede dificultar el equilibrio con otras tareas.
A pesar de tener habilidades comunicativas, algunas personas con altas capacidades experimentan sensación de incomprensión, diferencias de intereses o frustración ante la falta de profundidad en las conversaciones
Tanto en la infancia como en la edad adulta, un rasgo común es la intolerancia ante la incoherencia, la injusticia o las normas arbitrarias. Este rasgo puede generar conflictos, pero también impulsa su pensamiento crítico.
Identificar estos rasgos no sustituye una evaluación profesional, que es la única vía fiable para confirmar las altas capacidades. Los especialistas utilizan pruebas cognitivas, entrevistas y análisis de conducta para obtener una visión integral. Reconocer estas habilidades no implica verse como «mejor», sino comprender un funcionamiento mental distinto, con fortalezas y desafíos propios. Un diagnóstico puede ayudar a mejorar el bienestar emocional, las relaciones y la satisfacción vital.
Si te ves reflejada o reflejado en estos signos, el siguiente paso es buscar orientación profesional, ya sea a través de un psicólogo especializado o centros educativos y clínicos con experiencia en altas capacidades.
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