Steve Jobs era empresario, además de cofundador y presidente ejecutivo de Apple. Pero además de ser conocido por su trabajo en este sentido y por ser un pionero en el mundo de la tecnología, también es conocido y recordado ahora, años después de su fallecimiento, por sus métodos para lograr la concentración y solucionar problemas complejos. También por aquellas pruebas por las que hacía pasar a sus empleados, para ponerlos y nunca mejor dicho, a prueba.
Hoy nos referimos a una en concreto, conocida como ‘la prueba del ascensor’. De ella han hablado varios exempleados de Jobs, entre ellos un ingeniero que fue clave en el desarrollo del Macintosh II y el iPod original: Michael Dhuey.
Y es que, en general, encontrarte con tu jefe a solas en un ascensor puede ser incómodo, pero en el caso de Jobs podía ser hasta peligroso, explica Dhuey. Este cuenta que les hacía a sus empleados preguntas directas sobre su trabajo, preguntas que tenían que responder de forma contundente y de manera que agradara a su jefe. Algo que no siempre ocurría y que entrañaba un enorme riesgo para el empleado.
Según explica el ingeniero, «uno podía incluso llegar a perder el trabajo«, ya que si el empleado no conseguía impresionar al fundador de Apple con su respuesta este reaccionaba regañando e incluso despidiendo al trabajador en cuestión. Tanto era así que algunos incluso desarrollaron estrategias, como ensayar respuestas para enfrentarse a esta dura ‘prueba del ascensor’.
Y es que que los que le conocieron han explicado que Jobs no toleraba mediocridad ni las respuestas vagas, aunque reconocen que los que conseguían impresionarle podían recibir su apoyo incondicional en proyectos muy importantes. Por el contrario, los que no lo lograban eran apartados de los mismos. Verdad o mito, esto es lo que circula por Internet.
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