La mayoría de ellos mandan audios cortitos, aunque los que reciben… No lo son tanto. Es el caso de Manme en Málaga o de Mari, que llegó a recibir uno de hasta doce minutos.
Estas dos atrevidas podrían aprender de Verónica, que se niega a escuchar cualquier nota de voz que supere el minuto. Nos confiesa que ella era más del SMS y del chat del teletexto, que te obligaba a mensajes cortos para no pagar mucho dinero.
Finalmente, Víctor no nos habla de audios y sí de algo muy común entre nuestros padres y madres. Ese momento en el que se tiran minutos y minutos escribiendo… Para después poner un simple «Hola, hijo«.
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