Sobre nuestra dentadura, comenzaba hablando Karlos Arguiñano para recurrir a lo que mejor se le da, después de la cocina: Los chistes. El cocodrilo con dos ojos y cien dientes, vacilaba con lo que sería si fuese a la inversa; «Un autobús del Imserso francés».
Pero lo más llamativo ha sido el relato de esta mujer que, para ahorrar en dentistas, narraba cómo se arrancaba los dientes cuando sufría alguna caries o problema similar. Cogía el martillo e iba dándose poco a poco hasta extraerlo: «A veces me golpeo tan fuerte que me quedo KO unos minutos».
Después de hablar de dientes, toca mencionar los huevos en cualquiera de sus modalidades. Cocido, frito, poché… Todos ellos se le resisten al chef Alberto Chicote, quien recordaba sus batallas a la hora de comer cuando era pequeño.