Vivir Supervivientes no es fácil: las secuelas que arrastra Lola tras el concurso

Noelia Bertol

Cualquier periodo de tiempo en el que se altere nuestra rutina habitual es probable que nos deje alguna que otra secuela o que cambie algo en nosotros. Son muchos los que confirmaron que tras los meses de confinamiento el pasado año arrastraron algunas secuelas, además de necesitar un tiempo considerable para adaptarse a la situación que a todos nos pillaba de imprevisto.

Imagina esto llevado a Honduras, a cambiar aspectos tan cotidianos como dormir en una cama por dormir en la arena o tener un plato sobre la mesa a comer con las manos y aquello de lo que la naturaleza te provee.

Las secuelas de Lola tras Supervivientes

 


La mayoría de los finalistas de Supervivientes, aquellos que han pasado los tres meses de concurso en la isla, necesitan un periodo de adaptación a su rutina anterior de vida en España tras el fin del concurso. Este es el caso de Lola Mencía, que en sus redes sociales ha confesado algunas manías que le han quedado o se han intensificado tras regresar de Honduras.

«Odio los ruidos fuertes, música alta o que la gente hable fuerte«, confesaba la cuarta finalista del reality a través de un preguntas y respuestas que llevó a cabo en sus historias de Instagram.

Para la leonesa no está siendo fácil adaptarse de nuevo a su rutina y algunas de las manías que ya tenía se han intensificado con su paso por el concurso, como es ver a la gente hablar mientras come. Tampoco soporta que coman deprisa en su presencia, consecuencia quizá de haber valorado la comida en tres meses en los que esta escaseaba.

Además, asegura no hacerse de nuevo al uso de la servilleta. «No me acostumbro a la servilleta, uso la mano«, expresaba entre risas.

La exconcursante de La Isla de las Tentaciones se ganó al público en su paso por Supervivientes, donde además logró hacer grandes amistades como Melyssa Pinto, Palito Dominguín o Alexia Rivas, con las que asegura seguir teniendo relación.