Zen del asfalto, vivir en la ciudad sin estrés es posible

El secreto está en entender todo aquello que nos estresa como escalones hacia un estado espiritual más elevado

Ana Más

Cuando vivimos en la ciudad, sus aglomeraciones, su gente y su estrés terminan siendo nuestro único entorno conocido prácticamente. Pero a veces estar rodeado de todo esto nos ocasiona un estrés que a menudo se convierte en un problema incluso para la salud.

Aunque no lo creas también existe el zen del asfalto, «según el cual también en el caos podemos hallar la armonía, aunque sea en pequeñas píldoras» tal y cómo explica el escritor Francesc Miralles.

Probablemente conseguir llegar a este zen del asfalto sea mucho más provechoso que al que lleguemos en un entorno idílico en medio de la naturaleza, ya que después de este último «volvemos al caos y se echa a perder todo lo ganado». Resulta más terapéutico estar serenos en el entorno en el que nos desenvolvemos cada día.


¿Sabías que…

El estrés es una emoción de tensión física o emocional. En un contexto de estrés -físico o psíquico- una persona puede sentirse frustrada, furiosa o nerviosa. Nuestro cuerpo reacciona a través del estrés a circunstancias que nos ponen en una situación complicada, de desafío o de demanda.

 

Zen del asfalto, combatir el estrés

Y es que en la ciudad son muchos los estímulos detonantes de estrés que tenemos, por ejemplo encontronazos con gente grosera, un trabajo monótono, una vida familiar demasiado rutinaria, exceso de trabajo o la violencia que recibimos a través de los medios de comunicación o incluso en la calle.

Estos estímulos a los que estamos sometidos en la ciudad pueden robarnos la paz interior, pero también son «puertas al crecimiento espiritual», tal y como apunta el instructor de yoga Arthur Jeon.

Pero, ¿cómo conseguir que todos estos factores negativos sean una vía de crecimiento personal?, Miralles explica que es tan sencillo como «Básicamente, cambiando nuestra interpretación de ellos. En vez de contemplarlos como un freno a nuestra felicidad, podemos entenderlos como escalones hacia un estado espiritual más elevado.»

Él las llama  zensaciones y explica como un vagón de metro abarrotado a las ocho de la mañana se convierte en «una metáfora de nuestro mundo, donde todos albergamos un mismo anhelo de seguridad, amor y reconocimiento.» Podemos aprovechar para desarrollar la empatía en ese momento que aparentemente es de estrés.

Otra zensación sería el momento en que estamos atrapados en el coche en medio de un gran atasco. Un buen ejercicio puede ser centrarnos en lo que tenemos aquí y ahora en lugar de ponernos a gritar y a pitar desesperados. Ver nuestro coche como un microespacio zen dónde relajarnos respirando y escuchar música tranquilamente mientras repasamos todo lo bueno y positivo que tenemos.

Si lo enfocas así, tus  oportunidades de crecimiento en la ciudad son casi infinitas.

 

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