Cantar no es solo una cuestión de oído o técnica. Detrás de ese gesto tan natural se esconde una poderosa herramienta para nuestra salud física y emocional.
Lo dice la psiquiatra Marian Rojas Estapé: «Cantar estimula el nervio vago, que es capaz de calmar los estados de estrés. Por lo tanto, cantar en la ducha, cantar con amigos, ir a un concierto y cantar a pleno pulmón, es súper sano».

Según un estudio de la Universidad del Rosario, al hacerlo vibramos la garganta y movilizamos músculos y cuerdas vocales conectados directamente con el nervio vago, lo que ayuda a que el cuerpo entre en modo relajación. Además, bajamos el ritmo cardíaco y respiratorio, porque al cantar respiramos de forma más profunda y consciente, reforzando nuestro sistema de descanso natural.
Pero los beneficios no se quedan ahí. Cantar también libera emociones, nos permite soltar tensiones acumuladas y conectar con los demás, ya sea en un coro, con amigos o simplemente en casa. Esa conexión social y emocional tiene un efecto directo sobre la salud y la felicidad.
Como recuerda Rojas Estapé, «el bienestar no está solo en las grandes decisiones, sino en los pequeños hábitos que repetimos cada día». Y cantar puede ser uno de ellos. Repetir ese gesto sencillo fortalece la mente, mejora el estado de ánimo y aumenta la resiliencia emocional.
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