El «secuestro de la amígdala», la razón de nuestras reacciones exageradas

El psicólogo experto en inteligencia emocional Daniel Goleman, ha sido el que ha acuñado la expresión

Ana Más

Seguramente en alguna ocasión te hayas dado cuenta de que has reaccionado de manera desproporcionada a una situación concreta que probablemente no fuera «para tanto». Esto no significa que tengas un carácter insoportable o incontrolable sino que tiene una explicación muy clara.

La causa de estas «salidas de tono» están en la amígdala y de hecho se conoce como «secuestro emocional o de la amígdala». Y es que esta parte del cerebro está muy relacionada con las emociones y además nos ayuda a detectar el peligro. Forma parte del sistema límbico, que es el responsable de todos los aspectos de nuestra psique que tienen que ver con lo afectivo.

Si la amígdala no percibe ningún peligro la información va a continuar hasta nuestro cerebro pensante y ahí es dónde vamos a analizar la forma en la que actuamos.


El «secuestro de la amígdala», la razón de nuestras reacciones exageradas

El psicólogo experto en inteligencia emocional Daniel Goleman, ha sido el que ha acuñado la expresión «secuestro de la amígdala» y explica como la razón  de que nos volvamos irracionales tiene que ver con la falta momentánea e inmediata de control emocional porque la amígdala asume el mando en nuestro cerebro.

En circunstancias normales, procesaríamos la información a través de nuestro neocorteza o cerebro pensante que es dónde ocurre la lógica y este enviaría la información a la amígdala.

Pero cuando hay una situación de peligro, las señales llegan directamente al cerebro emocional y entonces hay una respuesta emocional inmediata y abrumadora con respecto al estímulo. Y es que tal y como explica Goleman, «la respuesta emocional «puede tomar el control del resto del cerebro en milisegundos si está amenazada».

Es decir  si la amígdala percibe amenaza se saltará todo el proceso normal y activará la señal de alarma dando lugar a que reacionemos de manera desproporcionada. La manera de evitarlo es trabajar nuestra inteligencia emocional y en posibles heridas del pasado que activen esta alarma.

 

 

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