Desecha el pollo que tienes en la nevera si presenta este aspecto

Cocinado dura un máximo de dos días en el frigorífico

Ana Más

Si habitualmente consumes pollo probablemente en alguna ocasión hayas tenido que tirarlo por haberte despistado a la hora de consumirlo. Y es que el pollo además de nutritivo es muy saludable pero tiene un problema: corre el riesgo de contaminarse fácilmente la mayoría de las veces por patógenos como Salmonella Campylobacter. Para evitarlo debemos almacenarlo de manera adecuada.

Lo normal es guardarlo en la nevera pero debemos tener en cuenta las recomendaciones de la OCU en este sentido, que establece un plazo de uno a dos días para filetes crudos de pollo o de pavo como tiempo máximo que deberían estar en el refrigerador y si no se va a consumir en 24 o 36 horas recomiendan congelar la carne de pollo.

Respecto a  la manera de almacenarlo lo más recomendable es hacerlo en recipientes estancos para evitar que sus jugos se filtren y contaminen otros alimentos, explican desde 20minutos.es.


Fíjate en color, olor y textura para saber si el pollo está en mal estado

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Y si tenemos dudas sobre si el pollo que vamos a consumir está en mal estado, lo primero en lo que tenemos que reparar es en su color, «si se encuentra en buenas condiciones, tiene un color rosado. Mientras, cuando empieza a estropearse, se torna gris», explican desde okdiario.es .Además si está estropeado su olor será muy desagradable, ácido y fuerte, parecido al del amoniaco.

Su textura es otro elemento a tener en cuenta ya que esta puede cambiar, si está pringoso o cubierto en mucosidad, debemos descartar su consumo ya que sin duda no está en buen estado y puede provocarnos una intoxicación con síntomas como fiebre alta, escalofríos, náuseas, vómitos y diarrea entre otros.

Por eso desde la Organización de Consumidores recomiendan, cogerlo lo último antes de salir del supermercado, transportarlo en una bolsa térmica y consumir en 24/36 horas. Respecto a la temperatura correcta de conservación la Organización dice que «debe conservarse a una temperatura por debajo de los 4 °C para evitar la aparición de bacterias con el consiguiente riesgo de intoxicación».

 

 

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