La demencia relacionada con los hábitos de sueño

Dormir mucho tampoco es bueno: aumenta el riesgo de accidentes cerebrovasculares y demencia

La clave radica en construir buenos hábitos

Andrea Romero

La salud se sustenta fundamentalmente en tres pilares, que son la nutrición, el deporte y el sueño. Si uno de los tres falla, afecta a los otros dos y el cuerpo humano lo nota y empieza a mandar distintos tipos de señales. En este sentido hablamos sobre todo del último de estos factores y de sus consecuencias en el organismo y las distintas señales que deja, como demencia u otros tipos de accidentes cerebrales.

Un estudio reciente de la Facultad de Medicina de Yale, ha desvelado no solo que dormir poco es dañino para la salud, sino que dormir mucho también llega a estar asociado con cambios en el cerebro que «aumentan el riesgo de accidente cerebrovascular y demencia en el futuro», como dicen en el artículo publicado gracias a esa investigación.

La clave para evitar la demencia causada por el sueño es construir un buen hábito

Para llegar a esta conclusión, se analizó a través de imágenes los cerebros de casi 40.000 personas adultas de mediana edad que no tuvieran ningún síntoma previo. Así pudieron investigar cómo los hábitos de sueño de cada uno afectaban a su propia salud. Además, en el estudio recalcan que durante la etapa vital de los pacientes analizados, es decir, la mediana edad, es importante construir buenos hábitos de sueño para tratar de asegurarse una buena salud cerebral en el futuro.


Estas investigaciones han permitido avanzar en un campo que está causando tendencia últimamente, ya que se está prestando mayor atención a este factor importante para el bienestar y asimismo se están conociendo más datos acerca del funcionamiento y la relación que tienen los hábitos con el cerebro: «Estos hallazgos se suman a la creciente evidencia de que el sueño es un pilar fundamental de la salud del cerebro. También proporciona evidencia que nos ayuda a comprender cómo el sueño y la duración del sueño pueden ser un factor de riesgo modificable para la salud del cerebro en el futuro», se recoge en el artículo de la investigación de Yale.

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