Dani Fernández. Un nombre que probablemente hayas escuchado en multitud de ocasiones a lo largo de los últimos meses, un nombre que en el tú a tú rezuma cercanía y humildad, un nombre que firma algunas las canciones más escuchadas de nuestro país, un nombre cargado de vivencias que ahora ven la luz.
Lo hacen en ‘Todo Cambia’, el proyecto audiovisual más ambicioso de su carrera hasta el momento, en el que ha querido desnudarse como nunca antes para darse a conocer tal y como es él, con sus defectos y virtudes. Pero que no suene a tópico, porque esta vez es así, ya que no ha querido hacer un documental en el que solo se ve la cara bonita de la industria, sino que no ha tenido problemas en demostrar que en ciertas ocasiones la balanza se inclina hacia el otro lado.
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‘¿Quién es Dani Fernández?’ es la pregunta que marca el inicio de un documental en el que el artista escanea su vida, y lo hace literalmente, jugando con los tatuajes que cubren sus brazos, abdomen y espalda y con la luz que recorre su cuerpo.
‘La Jauría’ ha marcado un antes y un después en su vida, y aunque su resultado no pudo ser más exquisito, el proceso que se tuvo que atravesar hasta conseguirlo no lo fue tanto. Era un disco con el que Dani Fernández sabía que se la jugaba, lo que ahora le hace confesar que fue «uno de los procesos mas duros de toda mi vida, fue duro pensar que no podía conseguir lo que tenía en la cabeza. Era consciente de que esté disco tenía que ser el mejor, lo que soy, los otros dos habían sido el camino». No obstante, durante todo este proceso él tenía la clave, las canciones le tendrían que gustar a él antes que a cualquier otra persona, por lo que se tomó su tiempo sin dejarse llevar por presiones y defendiendo siempre la misma idea: «Si no me gusta a mí no le puede gustar a la gente».
Pero la historia del cantante antes de publicar este trabajo es muy extensa, y para comenzar su andadura musical hay que retroceder hasta su participación en ‘Eurojunior’, otro de los momentos clave del documental, sobre el que confiesa que nunca sintió la presión de sus padres, sino su apoyo. Aunque fue aquí donde comenzó a vivir sus primeras malas experiencias sobre las tablas, ya que coincidió con el cambio de su voz, algo que le frustraba al no conseguir entonar las notas a la perfección pese a las innumerables horas de ensayo. También fue en estos tiempos cuando la exigencia comenzó a apoderarse de él, y recuerda que siendo apenas un niño pensó «no puedo fallar».
Años después llegó Auryn, uno de los mayores fenómenos musicales que se recuerdan en nuestro país. «Nunca fuimos conscientes», confiesa el artista sobre todo lo que vivieron en aquellos locos años que también tuvieron una parte invisible que ahora ve la luz gracias a esta producción. Y es que aunque ellos eran unos chicos jóvenes con un sueño musical, había hilos tejidos por «mentes frías» que nublaban todo: «Por separado no éramos nada pero juntos teníamos un buen impacto. (…) Fue una mina que ellos iban picando, hubo mucha gente que se aprovechó», cuenta, entre otras cosas, acompañado de una gran recopilación de imágenes y vídeos de hemeroteca.
Y entre Auryn y su etapa en solitario, ¿Qué ocurrió? Él lo llama el ‘deséxito’, que «es una situación de impotencia, no es el fracaso». El pasar del todo al nada, de llenar estadios a no recibir llamadas para tocar en directo, de lanzar discos de manera incesante a tener que llamar a los sellos y de tener un calendario repleto de eventos a vivir esperando a que llegue la oportunidad musical oportuna.
Si hay algo importante en todo el proyecto de Dani Fernández es el equipo humano que le rodea; su familia, su equipo de trabajo, sus amigos… Todos ellos son de vital importancia para el artista, tal y como sentencia en el momento del documental en el que viaja hasta Alcázar de San Juan, su lugar de nacimiento. Un lugar muy importante para él, al que ahora se siente preparado para volver, pero del que también tiene un recuerdo agrio. Porque allí todo el mundo le conocía y se sentían con el derecho a juzgarle por lo que veían en la tele, y es que no fue hasta que no publicó su «primera canción en solitario» cuando comenzó a ganarse la aceptación de los vecinos, tal y como cuenta su mejor amigo de la infancia.
Su abuelo es una figura clave, y habla de él cuando la luz recorre el tatuaje de su espalda, confesando que uno de sus proyectos soñados es «pasar a limpio» los escritos del cuaderno que recogió su vida antes de morir, admitiendo que ya ha entrado en conversaciones con algunas editoriales para vincular las dos historias. Un apoyo fundamental del que se tuvo que separar el que se suponía que tenía que ser uno de los días más felices de su vida, el del lanzamiento de ‘Entre las dudas y el azar’, momento en el que podemos volver a ser testigos de la dualidad de vida de nuestros artistas, que pese a que se puedan mostrar felices –Como Dani arrancando la gira de dicho disco-, por dentro pueden estar hechos trizas –esa misma mañana había enterrado a su abuelo-.
Como colofón final nos adentra en el concierto que ofreció el pasado mes de diciembre en el Movistar Arena de Madrid. Un recital que, pese a que finalmente tuvo un resultado increíble, no había terminado su montaje cuando abrieron las puertas. Sí, sí, aunque te cueste creerlo, cuando los primeros fans entraron al recinto, Dani Fernández no había podido ver su escenario montado al completo, ni como se movían las pantallas, ni probar sonido, ni escuchar a la orquesta que le acompañaba… Lo que desencadena en una situación de agobio, estrés y ansiedad que le llevan a decir «me piro» pese a estar a poco más de una hora de salir a escena.
Y es que Dani Fernández nos ha dejado acercarnos a la parte cruda de la industria, la que en muchas ocasiones se intenta ocultar pero que es igual de importante que cualquier otra, se ha mostrado sincero, ha dejado salir a su versión más vulnerable, ha demostrado que ‘Todo cambia’ de un momento a otro, nos ha hecho reír, cantar y adentrarnos en su piel. Y todo ello de la mejor manera que sabe, con una calidad exquisita.
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