Cuando pelamos una naranja, un limón o un pomelo, solemos desechar la capa blanca que recubre la pulpa, conocida como albedo. Sin embargo, esta parte de la fruta contiene fibra, antioxidantes y compuestos bioactivos que pueden aportar múltiples beneficios a nuestro organismo.
La fibra soluble presente en el albedo, especialmente la pectina, contribuye a mejorar la digestión, regular el tránsito intestinal y actuar como prebiótico, alimentando a las bacterias beneficiosas de la microbiota.
Además, un estudio de Springer Nature indica que puede ayudar a reducir los niveles de colesterol LDL y controlar la glucemia, favoreciendo la salud cardiovascular.
Más allá de la fibra, la parte blanca de los cítricos contiene antioxidantes y compuestos naturales que ayudan a cuidar tu cuerpo, como la naringenina. También aportan pequeñas cantidades de minerales como calcio, potasio y magnesio, que contribuyen a mantener los huesos fuertes, reducir la inflamación y reforzar las defensas.
Para quienes encuentran su sabor amargo o su textura fibrosa poco atractiva, existen formas sencillas de aprovechar el albedo. Puede incluirse en batidos o zumos caseros, donde su amargor se suaviza al mezclarse con frutas más dulces como el plátano o la fresa. Otra opción es rallado sobre ensaladas, combinando sus propiedades con otros alimentos de manera agradable.
Además, algunas recetas de repostería permiten integrarlo molido en masas de repostería o panes, e incluso en cremas, aportando nutrientes sin alterar demasiado el sabor. Para quienes disfrutan de las infusiones, la parte blanca también se puede secar y añadir a tés.
Aunque es recomendable para la mayoría, ciertas personas con problemas digestivos severos podrían notar molestias al consumir grandes cantidades de esta fibra. Como siempre, se sugiere introducirlo progresivamente en la dieta y consultar al especialista en caso de dudas.
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