El smartphone se ha convertido en una extensión más de nuestro brazo. Nos acompaña donde quiera que vamos. Sí, aunque el destino sea el cuarto de baño.
Es más, ya hay pocos cuartos de baño que cuenten con cesta de revistas o estantería para libros. En móvil ha sustituido hasta a los frascos de gel de ducha como lectura socorrida para el servicio. Casi el 90% de las personas confiesan que entran al baño con su celular en la mano.
Un caso que vuelve a poner en entredicho nuestra postura y nuestro destino en esta dictadura tecnológica en la que vivimos inmersos. Una era en la que vivimos conectados a aplicaciones que se han convertidos en elementos indispensables de nuestro día a día, sin dejar lugar a la alternativa.
La pregunta es: ¿Dónde ponemos el límite sobre el uso del móvil y demás aparatos electrónicos en nuestra rutina?
Tu móvil contiene más bacterias que un retrete
Y es que llevarnos el smartphone al baño entraña varios riesgos: uno de ellos, que se nos caiga dentro del retrete ¡no serías ni el primero ni el último! Pero el más habitual es que acabe cubierto de microbios peligrosos para nuestra salud.
Aunque a simple vista parece estar limpio, la tapa, el asiento del retrete o el botón de la cisterna contienen infinidad de gérmenes procedentes de los intestinos y de las heces, entre ellos norovirus o salmonella.
Después de tocar estos elementos, cogemos nuestro móvil ¡y ahí tienes la transmisión de virus y bacterias presentes en el baño en el dispositivo! La entrada a nuestro organismo a través de la boca o los ojos es ya coser y cantar y eso, nos puede hacer enfermar.
Por este motivo, lo mejor es dejar el móvil fuera antes de entrar al baño y utilizarlo solo después de habernos lavado las manos tras visitar el servicio.
Si tu adicción no te lo permite, sigue estas recomendaciones
