Baltasar Garzón declara tener secuelas del coronavirus año y medio después de sufrirlo

Ana Más

Baltasar Garzón visitaba esta semana la Sexta Noche, donde habló con Hilario Pino de  todas las secuelas del coronavirus que le han quedado tras contagiarse en marzo de 2020, al principio de la pandemia.

Un contagio que le mantuvo ingresado por neumonía bilateral unos cuantos días.

El juez lo explicaba, «Me contagié en marzo de 2020 y tengo limitación de olfato, de paladar. Tengo también una esofagitis aguda que me provoca una tos repentina, y también una especie de neuralgia en la parte izquierda de la cara, que es como una migración permanente de gusanos de seda». Además  contaba cómo le ha quedado una afección cardiaca que ya venía arrastrando y que sentía mucho cansancio.


Baltasar Garzón y su mensaje a los negacionistas

Una situación a la que afirmó estarse acomodando y para la que está necesitando tomar medicación.

Garzón lanzaba un mensaje claro y contundente a aquellos que se plantean el negacionismo como opción diciendo, «sé que hay personas que lo han pasado peor, por lo que tenemos que ser muy conscientes de que esto no es ninguna broma y quienes se plantean el negacionismo como norma tienen una muy grave responsabilidad».

Sobre los rebrotes

El pasado mes de junio, el magistrado entraba en  Al Rojo Vivo para contar cómo vivió el covid durante su ingreso de diez días. Garzón afirmó que fue muy duro y que estaba tratando de recuperar el tono habitual con limitación en los pulmones y que estaba pendiente de pruebas en septiembre para ver cómo iban las secuelas.

Y apelaba a la responsabilidad de la sociedad española para evitar rebrotes,  «No hay una conciencia colectiva lo suficientemente extendida para ver que cualquier rebrote puede ser nefasto, la responsabilidad es fundamental», afirmaba.

Además de hablar sobre otras partes del mundo,  «Eso obedece a una reacción en contra del miedo que hemos tenido, es como cuando te dan salida de un espacio y corres desaforadamente sin saber donde vas», algo que según él puede ser comprensible en el caso de la población general, pero no en el caso de políticos que tengan que ser requeridos por un juez para ponerse la mascarilla, cómo en el caso de Estados Unidos o Brasil.