Calor menopausia

Cómo evitar los sofocos de la menopausia con estos consejos de alimentación

La clave radica en una alimentación natural y actividad física diaria

Andrea Romero

La menopausia está avanzando cada día más hacia ser un tema normalizado y no tanto un tabú. A pesar de que aún queda mucho camino por recorrer y mucho que cambiar, el desarrollo de los estudios y las investigaciones hacen que esta etapa por la que pasan las mujeres pierda ese estigma al que se le venía asociando toda la vida.

Las mujeres han alzado la voz por visibilizar y normalizar este tema para que se trate a nivel médico y profesional como se merece. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en nuestro país hay más de 15 millones de mujeres que superan los 40 años de edad, es decir, un 30% de la población activa. Y es que hasta un 68% de las mujeres de entre 40 y 56 años afirman que la menopausia afecta a su rendimiento en el trabajo y en el día a día.

Ante estos datos, la dietista Bárbara Munar afirma que, por norma general, las mujeres no saben que, haciendo cambios en la alimentación y estilo de vida, pueden sentirse mejor y hacer que los síntomas causados por la menopausia sean menores.


Una base de alimentación natural y actividad física para una menopausia más llevadera

El descenso hormonal suele comenzar a los 35 años, más o menos, por lo que los síntomas pueden empezar a notarse más a partir de los 40. Estos pueden durar entre semanas y años, dependiendo de la persona. Suelen ser más intensos en la perimenopausia, en los periodos comprendidos entre los años anteriores y los posteriores a la última menstruación, y aunque sean inevitables, es posible tratarlos para que su impacto en el rendimiento sea menor.

La dietista afirma que muchos de sus pacientes reducen y/o eliminan los sofocos, mejoran el sueño, el estado de ánimo y la energía a la vez que reducen grasa al cambiar su alimentación y estilo de vida: «Los sofocos, además de estar influenciados por el descenso hormonal, también están relacionados con marcadores inflamatorios, que pueden alterarse con una alimentación desequilibrada o rica en harinas blancas, azúcares refinados o carente de vegetales, cereales integrales».

Munar explica que no hay ningún secreto ni ninguna fórmula mágica, pero la clave está en una alimentación basada en alimentos naturales. «El primer error es que comemos menos de lo que deberíamos comer. En esta etapa, tenemos unas necesidades aumentadas de vitaminas, minerales, fibra, proteínas, grasa…», y en este sentido concluye con que el 90% de sus pacientes que llega a su consulta no las cubre, además de presentar una falta de actividad física.

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