Por Silvina Zaccheo
Madame Bovary es una novela de Gustave Flaubert publicada a mediados del siglo XIX. Su protagonista, Emma Bovary, es una mujer aficionada desde su juventud a la lectura de novelas románticas que tiene una visión idealizada de la vida en pareja, lo que le lleva a estar permanentemente frustrada en su matrimonio.
Charles, su marido, está enamorado de Emma pero ella percibe la vida conyugal como algo monótono y sueña con romances apasionados y novelescos. Se embarca así en dos aventuras extramatrimoniales: primero León y, cuando él la abandona, Rodolphe . Emma se muestra obsesionada con estas relaciones lo que la lleva a contraer deudas y a descuidar a su familia, sobre todo a su pequeña hija. Finalmente, abandonada por sus amantes y acorralada por las deudas, se suicida.
El personaje fue objeto de estudio en 1892 por el filósofo Jules de Gaultier y el término bovarismo es utilizado en la actualidad para referirnos a la extrema idealización de las relaciones afectivas que trae como consecuencia una continua decepción e insatisfacción con la relación de pareja real. No está considerado oficialmente como entidad psicopatológica pero sirve para ilustrar un patrón particular de comportamiento.
El personaje de Madame Bovary presenta unos rasgos de personalidad de tipo límite, dependiente y depresivo. Los rasgos límites llevan a las personas a mantener relaciones inestables pero intensas y generalmente conflictivas. Suelen presentar reacciones emocionales desmedidas ante los problemas y tolerar mal la frustración. Las personalidades dependientes temer ser abandonadas por lo que se someten al otro a la vez que se vuelven muy demandantes. Los estados depresivos conllevan una visión pesimista de la vida, baja autoestima, autorreproches y autoexigencia.
El bovarismo suele estar más presente en mujeres pero no es infrecuente en hombres, como es el caso de Tom, el protagonista de 500 days of Summer que queda desolado tras la ruptura con Summer .
Desde el punto de vista de la Psicología, comportamientos de este tipo se dan en personas cuya meta fundamental en la vida es evitar el abandono del ser querido. Esa meta les lleva a asumir actitudes erradas y desesperadas. No pueden estar solas, pasan de una relación a otra. Suelen elegir a personas poco convenientes ante las que se vuelven vulnerables. Se embarcan en relaciones complicadas o amores imposibles porque eso alimenta la imagen idílica que persiguen. Necesitan experimentar permanentemente la sensación de enamoramiento y pierden el interés cuando el amor se vuelve más estable.
Se muestran celosas y controladoras intentando que todo sea tan perfecto como desean que sea.
Por otra parte, presentan una permanente insatisfacción. La realidad que viven en nada se parece a sus fantasías y anhelos. Esa distancia entre el ideal y lo real les impide valorar y disfrutar lo que tienen.
Emma Bovary percibía su vida como monótona y aburrida. Esa falta de objetivos personales claros ejercía de caldo de cultivo para esta necesidad enfermiza de adherirse a un otro que le diera sentido a su vida.
Hay una fuerza social que nos lleva a “bovarizarnos” a todos. Muchas parejas naufragan ante las primeras contrariedades, la presión de la rutina o sucumben a la infidelidad. Aunque cerebralmente saben que no será así, íntimamente esperan sentir las mariposas del enamoramiento para siempre y cuando perciben que ya no ocurre lo interpretan como una señal de deterioro de la relación y pierden el interés en la misma.
La determinación de sacar un proyecto de pareja adelante que implique aceptar al otro tal como es, superar las frustraciones cotidianas y procurar activamente la estabilidad de la relación no está tan valorado socialmente como la visión egocéntrica y hedonista de la vida. Les falta cohesión a muchas parejas.
Y, si hablamos de influencias sociales, no debemos dejar de tener en cuenta la influencia del cine y la literatura en las expectativas que forjamos en relación al amor. No hay nada peor que comparar una relación amorosa real con una película romántica. Una noche de lluvia en Manhattan y el chico corre empapado para decirte que te quiere. Es joven, guapo, está forrado y quiere casarse contigo. A ver quién compite con eso.
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