Si eres de los que acostumbra a dormir con la puerta cerrada ya puedes ir cambiando de hábito. Una habitación sin ventilación nocturna -sobre todo en invierno- es nociva para tu salud. El CO2 o Dióxido de carbono que se acumula durante la noche afecta a la calidad del sueño y perjudica seriamente tu salud.
Un estudio del CGATE y UnaBiz constata que durante la noche, los niveles de CO₂ pueden triplicarse si la puerta está cerrada, superando las 1000 ppm e incluso alcanzando 2500 ppm. El límite recomendado es de 900 ppm.
La mala calidad del aire puede provocar insomnio, agravar alergias, desencadenar asma y aumentar el riesgo de enfermedades cognitivas como la demencia. Ventilar adecuadamente, especialmente por la noche, es clave para mejorar la calidad del ambiente y el bienestar general a la hora de pernoctar.
Por intimidad, por mantener la oscuridad, por evitar ruidos… el cerrar la puerta del dormitorio cuando nos vamos a dormir puede parecer una costumbre inocua pero no es así.
El hermetismo provoca que el aire esté viciado y se convierte en el enemigo invisible del descanso: influye en el rendimiento mental porque la exposición prolongada a contaminantes puede desencadenar procesos de neuro inflamación y deterioro cognitivo. Es el resultado de experimentar más despertares nocturnos y gozar de menos fases de sueño profundo.
Las mejores condiciones para tener un sueño reparador son:
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