Según datos de la Sociedad Española de Neurología, «solo el 18% de la población consigue mantener un sueño ininterrumpido». Si esto ocurre puntualmente no tiene importancia, pero en muchos casos no es lo normal, sino que a este despertar, que en muchos casos suele ser en torno a las tres de la mañana, le sigue un desvelo de muchas horas en las que la persona no sabe ya qué hacer para volver a dormir. Esto lleva a que el no conseguirlo le ponga más nervioso y a su vez le impide dormir más, entrando así en una especie de espiral. ¿Te despiertas repentinamente? Hoy te contamos qué dice la ciencia sobre esto.
Lo explica el periodista Johannes Van Zijl en un artículo publicado en IFL Science en el que comienza hablando de los distintos ciclos del sueño, que van desde una ligera somnolencia al principio a un sueño más profundo según vamos entrando en la fase REM.
Un proceso que dura en total alrededor de cuatro horas y en el proceso de pasar de sueño ligero a más profundo es más fácil despertarse. Por eso, si nos solemos acostar entre las once y las doce de la noche, es más frecuente que nos despertemos sobre las tres de la madrugada, explica.
Lo normal, y sobre todo lo ideal, sería que este despertar durara unos pocos minutos, pero no siempre es así. El estrés, la ansiedad, los hábitos de vida o determinadas dolencias pueden estar detrás de estos despertares. Por eso es muy importante intentar calmar el estrés diario de forma preventiva, ya que a esas horas todo se magnifica y, tal y como explica Van Zijl, «nuestros problemas siempre parecen mucho más grandes a las tres de la madrugada«.
Es decir, aunque el estrés no sea la causa de que nos despertemos, sí puede convertir esos despertares nocturnos en una ‘crisis en toda regla’, explica, ya que a esas horas tendemos a ser menos racionales que durante el día.
Esto probablemente esté muy relacionado con algo a lo que se refieren a su vez en un artículo en The Objetive en el que explican que despertarnos cada noche a la misma hora «puede ser un signo de que nuestro reloj biológico interno podría estar desajustado». Es lo que se conoce como ritmo circadiano y sirve para regular nuestros ciclos de sueño y vigilia. «Cuando factores externos o internos alteran este ritmo, podemos experimentar dificultades para conciliar el sueño o mantenerlo a lo largo de la noche», explican.
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