Rocío Carrasco cuenta todo sobre su relación con Antonio David: «Se me ha coartado como madre»

Rodrigo Díaz

El esperado documental «Rocío, contar la verdad para seguir viva» emitía sus primeros capítulos dejándonos todo tipo de titulares que dejan en muy mal lugar a Antonio David.


 

 

 

«A mi se me ha coartado como madre, se me ha coartado en la educación de mis hijos, se me ha coartado todo en mi vida…», se quejaba la hija de Rocío Jurado en un programa donde soltó todo lo que llevaba acumulando estos años.

De hecho, explicaba esa ausencia hacia sus hijos de la que siempre ha sido criticada. Un «abandono» que vino provocada por Antonio David según cuenta: «A mi nadie me va a devolver los Reyes, las Navidades… A mi ya nadie me devolverá nada de eso», expresaba entre lágrimas.

Rocío Carrasco culpa a su exmarido de que ellos hayan acabado «odiando» a su madre a través de insultos y «agresiones» que ha contado con todo tipo de detalle. Por esa razón, ahora sale en su documental con ganas de que se descubra la «verdad» y «que se haga justicia«.

 

«Recuerdo un tirón del pelo…» cuenta Rocío Carrasco

 

La relación turbulenta que mantuvieron durante años vivió todo tipo de agresiones; desde insultos hasta golpes y tirones del pelo que narraba Rocío en Telecinco: «Él me agarra, me pega un tirón y me da con la cabeza en la mesa».

Confiesa no saber si «por defensa personal o qué», pero muchos de esos recuerdos se encuentran borrosos en su mente. Lo que nunca olvidará es el consejo de su padre cuando estaban empezando la relación: «Te va a arruinar la vida», le dejaba caer cuando ella solo tenía 18 años.

Rocío explica que los momentos más duros de la relación tuvieron lugar cuando ella se encontraba en rehabilitación tras su accidente de tráfico: «Hubo alguna agresión verbal: ‘inútil’, ‘no sirves para nada’, ‘estás gorda’, ‘eres tonta’…», confiesa que le vociferaba su ex pareja.

«Y ya no es la palabra, es la forma. Él tenía una cara de puertas para adentro, prepotente, de [que] todo lo sabía y ‘tú no sabes nada’, y luego estaba la otra parte, cuando había cámaras, que era todo maravilloso, besos, ‘qué guapa, delante de la gente» matiza.

«Cuando terminaba el día, en la intimidad, me decía que lo hacía por mi bien y tú en ese momento no lo piensas, no lo ves, no te das cuenta de la gravedad que tiene, llega un momento que lo normalizas», concluye.