Estopa actuación madrid

Estopa, su cuenta de correo a punto de colapsarse

Nuria Serena

Y en nuestra mente se repite una pregunta: ¿Cómo han llegado hasta esa cifra? 1.650 correos recibidos y aún por abrir. Y, por lo que parece, tampoco hay intención de hacerlo.

 

 

Seguir en rrss a los hermanos Muñoz es entrar en el surrealismo cibernético. Lo mismo apoyan a la selección femenina de baloncesto como reciben vídeos de embriología de la Universidad del Estado de Pensilvania como respuesta a preguntas como esta:

A lo que Maldita Ciencia les responde con un tuit de lo más documentado:

Y todo surge a raíz de la publicación de una fotografía de un plato de huevos fritos.

 

Ocurrencias que son la prueba palpable de que los Estopa son los mejores discípulos de André Bretón y siguen a pie juntillas su Manifiesto surrealista que defiende el “automatismo psíquico puro a través del cual se intenta expresar de manera oral, escrita o a través de cualquier otro método, el funcionamiento real del pensamiento. En ausencia de cualquier control ejercido por la razón y exento de cualquier exigencia estética o moral”.

Surrealismo con el que han tejido algunas de sus canciones más emblemáticas, como Jugar al despiste, en la que hacen alusión a otro de los grandes representantes del movimiento, Luis Buñuel.

Escribí una movida tan normal
como tú, como yo y como es.
Conté la historia de mi vida en verso «abc»
que a veces me conviene.
Soñé que la vida es una peli de Buñuel,
que nunca acaba bien,
que siempre me pone a cien.

Que no te tengo delante
y eres lo más importante.

Mi mente es la lavadora,
mis palabras son las manchas,
mi boca es una pistola,
se dispara si te marchas,
pero no cuentes las horas
que no he pasado contigo,
yo no cuento ni una sola,
se me han pasado dormido.
Cuando mi alma se enamora
entre ronquido y ronquido.

Después de comerme el tarro dejé de escribir,
qué cosas más raras pienso, pensé.
Te busqué en el garito que siempre sueles ir,
pero no te encontré,
aunque no perdí la fe,
y hoy te escribo en un papel
«no tengo Internet»
o pinto en la pared,
¡la pared pa quien la pinte!
o hago un disco de Jazz para jugar al despiste.

Que no te tengo delante
y eres lo más importante.

Mi mente es la lavadora,
mis palabras son las manchas,
mi boca es una pistola,
se dispara si te marchas,
pero no cuentes las horas
que no he pasado contigo,
yo no cuento ni una sola,
se me han pasado dormido.
Cuando mi alma se enamora
entre ronquido y ronquido.

Mi mente es la lavadora,
mis palabras son las manchas,
mi boca es una pistola,
se dispara si te marchas,
pero no cuentes las horas
que no he pasado contigo,
yo no cuento ni una sola,
se me han pasado dormido.

Nuevo disco, a punto de caramelo

 

En su búsqueda de la perfección musical, lo que ellos llaman el «ya me puedo morir», andan ahora inmersos. Este verano han alternado la grabación de sus nuevas canciones con una gira en la que celebraban sus dos décadas sobre el escenario.

 

20 años defendiendo un estilo que ha evolucionado con el tiempo pero que tiene en la rumba su esencia natural.

Dos hermanos que comparten vida, personal y profesional. Una relación que tiene sus ventajas y sus inconvenientes: «Un pro, que nunca te aburres, y un contra, que nunca estás tranquilo tampoco», explica José.

Pero ambos coinciden al elegir una composición en concreto: «Como Camarón, me quedo con Camarón, pero de todo el repertorio», ha confesado David en más de una ocasión.

 

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