Probióticos o alimentos fermentados

Probióticos y alimentos fermentados: ¿realmente son saludables?

El consumo habitual de alimentos probióticos favorece nuestra salud digestiva y desarrolla nuestro sistema inmunitario.

Guss González

El consumo de probióticos, o alimentos fermentados, es tan antiguo como la humanidad. En sus orígenes, estas técnicas perseguían la conservación de los alimentos como una de las pocas alternativas para prolongar la vida útil de ciertos productos.

Desde la modernización de la nutrición sabemos además que los alimentos fermentados son altamente saludables y aportan muchos beneficios a nuestro organismo.

Pero conozcamos primero que es la microbiota. En su definición más académica, se refiere a los microorganismos que, de manera natural, se encuentran en nuestro cuerpo cumpliendo ciertas funciones simbióticas esenciales para nosotros.


Así, el propio fermentado de los alimentos desarrolla microorganismos saludables para el cuerpo humano. O dicho de otra forma: la fermentación transforma los alimentos haciéndolos más duraderos, nutritivos y saludables. Con la ingesta, las bacterias presentes se fusionan con nuestra microbiota natural, complementándola con numerosos beneficios.

Probióticos o alimentos fermentados

 

Probióticos y sus beneficios

 

El consumo habitual de probióticos, o alimentos fermentados, favorece nuestra salud digestiva e intestinal. Sentiremos que nuestras digestiones son menos pesadas, algo muy beneficioso en todos los casos, aunque especialmente en personas con estreñimiento, reflujo o incluso colon irritable, una afección muy común en nuestros días.

Los fermentados favorecen diferentes procesos de nuestro organismo, regulando el metabolismo y ayudando a ciertas funciones cerebrales, lo que sin duda ayuda a nuestra salud emocional.

Además, estimulan nuestro sistema inmune y favorecen la correcta actividad de nuestro páncreas, puesto que este tipo de elaboraciones se encuentran «predigeridas» de alguna manera gracias al propio proceso de fermentación.

En el mismo sentido, la presencia de altas cantidades de vitaminas de los grupos K2 y B, ayudan a fortalecer nuestros huesos, nuestras articulaciones, nuestros vasos sanguíneos y nuestro corazón.

Probióticos o alimentos fermentados

 

Fermentados, ¿todos son igual de sanos?

 

La respuesta es clara: no. De hecho, el auge del consumo de probióticos ha hecho que la industria alimenticia se lance a su fabricación en masa. Esto implica que muchos de los supuestos alimentos fermentados que encontramos en el supermercado en realidad sean ultraprocesados.

Un ejemplo sencillo es el yogur o el kéfir. La gran mayoría han sido pasteurizados o incluyen aditivos para prolongar su caducidad, lo que implica la falta bacterias activas que buscamos en este tipo de elaboraciones.

La clave está en comprobar el proceso de elaboración. Cuanto más natural y artesanal sea, mayores serán los beneficios del fermentado. ¡Atrévete a hacerlos en casa!

Otro clásico de la cocina fermentada es el chucrut, una elaboración ideal como guarnición de pescados y carnes. 100 gr de este alimento aportan una gran cantidad de fibra alimenticia con una ingesta de apenas 33 calorías. Todo un descubrimiento para perder peso.

Algunos encurtidos, especialmente los pepinillos y las cebolletas fermentadas en vinagre, son una opción sana, nutritiva y deliciosa de cara a un picoteo. El kimchi, el miso, el tempeh son otros fermentados que también podremos encontrar con cierta facilidad a la hora de incorporarlos en nuestra dieta habitual.

Pero ojo, como con todo, es mejor no consumirlos en exceso. Tres piezas diarias sería nuestro límite para evitar que el vinagre o el alcohol presentes en algunos fermentados puedan llegar a suponer un problema para nuestro hígado.

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