La hora a la que comemos influye sobre nuestra esperanza de vida

El reloj biológico está en la base de todos los mecanismos del organismo que están relacionados con la longevidad

Ana Más

El neurobiólogo Joseph Takahashi, descubridor del primer gen del reloj biológico en mamíferos, ha hablado recientemente de la importancia del reloj biológico en numerosas funciones del organismo sobre las que influye más de lo que se creía, en particular en el metabolismo. La esperanza de vida parece tener relación con la hora a la que comemos.

«Takahashi demuestra en un reciente trabajo en Science que un método experimental usado para prolongar la vida en animales modelo, la restricción calórica (ingerir menos calorías de manera controlada), es más efectiva si se aplica teniendo en cuenta los ritmos biológicos«, explican desde la web del CNIO (Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas).

Y es allí precisamente donde ha hablado de ello en una conferencia en la que ha señalado la relación directa entre el reloj biológico y la salud y ha explicado como «entenderla a escala molecular permitirá abrir nuevas vías contra el cáncer y otras enfermedades». Y es que el experto  ha dedicado décadas a descifrar el funcionamiento del reloj biológico y su papel en nuestro comportamiento.


Más esperanza de vida en los ratones que comían de noche


En su investigación, el experto ha demostrado que «la restricción calórica (ingerir menos calorías de manera controlada) es más efectiva si se aplica teniendo en cuenta los ritmos biológicos», explican desde telecinco.es.

Para demostrarlo ha trabajado con varios grupos de ratones que toda su vida comieron un treinta por ciento menos de lo habitual, pero algunos de ellos con restricciones horarias. Dentro de estos últimos, los que comían de día  vivieron un veinte por ciento más, mientras que los que lo hacían de noche solo, cuando estos animales son más activos, vivieron un 35 por ciento más. Por otra parte los que podían comer cuando quisieran fueron un diez por ciento más longevos.

Esto ha llevado al investigador a afirmar que «el reloj biológico está en la base de todos los mecanismos del organismo que están relacionados con la longevidad».

El primer gen relacionado con ritmos circadianos se identificó en la mosca de la fruta en los años setenta. Takahashi encontró después el gen CLOCK en 1997, y poco después BMAl1. Ambos activan la lectura de otros implicados en ritmos circadianos, de los que se conoce ya una decena. Y es que Takahashi ha descubierto que alrededor del 10 por ciento de los genes que se expresan en cualquier tejido están sometidos a control circadiano.

Por lo que se refiere a su investigación sobre la restricción calórica, el neurobiólogo «observó que, en el hígado, los patrones de lectura (transcripción) de unos 2.500 genes variaban según los animales comieran de día o de noche. El grupo en que esta lectura de las instrucciones genéticas se desviaba menos de la habitual era el de los ratones más longevos -los que comían solo por la noche, coincidiendo con su periodo natural de actividad», explican desde el mismo medio.

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